Con su gracejo acostumbrado, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, militante del Partido Comunista de España desde su nacimiento ya que sus progenitores lo eran, y miembro de Unidas Podemos y de Esquerda Unida por vocación propia, con ese buen deseo se dirigía el pasado 14 de abril a las mocitas y algún mocito de los que aparecen en la foto, al conmemorar la fecha de la proclamación de la Segunda República española. Más bien habría tenido que rezar un padrenuestro por los componentes de esa tropilla pues, probablemente, a estas alturas, ya deben haber cumplido los años de estancia en este mundo revuelto que es el planeta Tierra y, lo hayan querido o no, habrán tenido que pasar por la criba del más allá.

Es posible que pretendiera, en un momento de debilidad, desear un día lleno de felicidad a los millones de españoles que se echaban a la calle a presenciar o participar en las procesiones de la Semana Santa, en un día como es el Jueves Santo, y la inclinación propia la escoró a los tiempos pasados que obsesivamente tiene en mente, cuando no pocos de los seguidores de la mencionada república irrumpían en las calles de toda España con el deseo de quemar iglesias, asesinar a monjas y sacerdotes, a españoles de todo tipo y condición que hasta entonces llevaban una vida discreta, iban a misa, y cumplían con las obligaciones con sus semejantes, sin meterse en barullos de ningún tipo o intentando mejorar la vida de la colectividad.

No sabemos si Yolanda Díaz se había escapado en esos días a disfrutar de las playas de su Galicia natal, si la evasión de sus obligaciones la había hecho a Benidorm al encuentro de no pocos de los trabajadores defendidos por ella desde su ministerio y partido, o discretamente tenía la intención de ver a los legionarios procesionar al Cristo de Mena, que no es de Mena porque en los primeros días de la Segunda República fue quemado en Málaga junto con otros ornamentos sagrados, barbaridad que, seguramente, recuerda permanentemente.

Dios la ilumine estos días, y los que siguen, para que tome una trayectoria segura en la búsqueda de lo mejor para España y sus moradores. Llevándola a olvidar esas calificaciones que da de «extrema derecha» a los que no piensan como ella, y se dé cuenta de que donde se producen con mayor empuje las extremidades en política es en los que siguen el camino iniciado por su padre y, como buena hija, seguido por ella. Dado que ha estudiado la carrera de leyes, y luego ha intentado perfeccionar esos estudios con no pocos master o cursillos, debería poner como meta de su vida pública el análisis de dónde está lo mejor, en descubrir que la justicia encuentra su camino por rutas que no son las que ella lleva, y que para hacer el bien a los demás se empieza por renunciar a las ambiciones propias.

Por eso, nosotros, Desde la Puerta del Sol deseamos a todos nuestros amigos una muy feliz Pascua de Resurrección

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