Una vez más, en la fecha en la que el cristianismo conmemora tu crucifisión, los actuales sanedrines te declara reo de muerte por asegurar que eres el Mesías, el Hijo de Dios y no admitir que el Padre te encarnó entre nosotros para que nos recordaras continuamente cuál es el orden de la naturaleza por el que nos hemos de guiar, el que nos ha de ayudar en el recorrido vital para merecer el reino.

No lo soportan. Y el pueblo, ese al que recomendaste practicara fundamentalmente el amor sobre todas las cosas, anda cambiante, no se estabiliza, pasa de cantarte alabanzas en el Monte de los Olivos a apedrearte en el camino del Calvario.

Ayer lo teníamos con la piedra en la mano, hoy atendiendo a los infectados por el coronavirus, o aplaudiendo en los balcones y ventanas, o en las calles. Es el mismo, pero cambia según la influencia que sobre él ejerzan los Caifás que controla sus quehaceres.

Recemos este Viernes de Pasión ante cualquier Cristo Crucificado tanto por los que sufren como por los que afortunadamente no se han visto afectados por la pandemia.

Nosotros lo haremos ante el Cristo que preside el altar de la Basílica del Valle de los Caídos, obra del escultor vasco, de Zumaya, Julio Beobide y policromado por Ignacio Zuloaga.