Nos confunde. No es la primera vez que lo decimos. Ni que lo escuchamos en la calle, en los mentideros, por todas partes. Pedro Sánchez tiene una cara y la contrapuesta. Expone un deseo y el contrario. Promete una ambición y la enfrentada. Dicen que tiene más de una faz aunque todo lo haga con la misma. Puede ponerla de mil formas con la misma facilidad que lo hacía Pompoff años ha. Y, evidentemente, tiene una catadura que persiste hasta la saciedad. Y una falta de pudor, honradez, decoro, honestidad y moralidad difícil de igualar. Evidentemente es un ser especial, casi único y esperamos que irrepetible.

Con el rostro casi compungido –repetimos, uno de los muchos gestos que es capaz de hacer sin que sienta en absoluto lo que en ese momento está intentando representar– nos ha dicho repetidamente por televisión, a punto de soltar unas lágrimas, que la actitud de Israel con Gaza atenta contra la humanidad pues además están mandando al limbo a no pocos niños.

Es lo que nosotros decimos. Es decir, nosotros apuntamos que todas estas guerras que se están fomentando por el oeste de Europa, son una salvajada. Y están demostrando que las grandes organizaciones mundiales sirven para poco, apenas para que medren un montón de gentes a estos desafueros. Y para que sirvan de transmisión de pretensiones políticas inadmisibles respecto a controlar ideológicamente a los Estados desde despachos ocultos. Incluso no son pocos los países que quedan atrás y se animan a beneficiarse de esos encuentros, con harta frecuencia, aprovechando los quereres de los distintos políticos que los manejan, enzarzando a sus gentes en enfrentamientos absurdos dentro de la misma nación como le está sucediendo a España.

Lo de Gaza es de pecado. Pero la primera parte del pecado lo causó Hamas pues fue quien inició esta espantosa guerra genocida, sin previo aviso, así como las bestialidades cometidas con algunos rehenes, fundamentalmente sobre el sexo femenino, que asustan al más pintado. Por su parte, Israel está respondiendo sanguinariamente con la intención de barrer Hamas y acabar con el fortín subterráneo que tienen en Gaza, sin valorar todo lo que cae en la operación.

Pero no olvidemos que esta guerra tan dolosa se basa en el deseo del islam de conquistar Occidente, cuyo ejemplo lo podemos ver en los ataques a los rascacielos de Nueva York, el 11de marzo en los ferrocarriles de España, los atentados producidos en bares de Francia, en Inglaterra, en Noruega y por toda Europa aunque sean de diferente cuantía en cuanto a muertos.

Son los miembros de Hamás, de Al Quaeda, de bin Laden, de Hezbolá, los talibanes, los muyahidines y no pocos de los imanes que actúan desde las muchísimas mezquitas que existen en todo el continente. En todos ellos anida la conquista de Europa y lo van consiguiendo tranquilamente a través de las pateras con la colaboración de no pocos europeos que admiten con gusto las oleadas de inmigrantes que se producen a diario.

Con la firma de Osama bin Laden existe una proclama que dice:

«Ha quedado claro que Occidente en general y, Estados Unidos en particular, tienen un odio indescriptible por el Islam. [...] Es el odio a los cruzados. El terrorismo contra Estados Unidos merece ser elogiado porque fue una respuesta a la injusticia, destinada a obligar a Estados Unidos a detener su apoyo a Israel, que mata a nuestro pueblo. [...] Decimos que el fin de los Estados Unidos es inminente, ya sea que bin Laden o sus seguidores estén vivos o muertos, porque el despertar de la ummah musulmana (nación) ha ocurrido. [...] Es importante golpear la economía (de los Estados Unidos), que es la base de su poder militar [...] Si la economía se ve afectada, volverán a ocuparse».

Y ante la primera guerra montada por Hamás contra Israel, ésta no ha tenido otra solución que intentar acabar con Hamás por los medios por ellos utilizado..., aunque está produciendo un excesivo número de muertos palestinos que, por otro lado, llevan aguantando entre ellos a los miembros de la señalada manada de asesinos sin escrúpulos, sin tomar ninguna medida para eliminarlos, para librarse de ellos en sus ciudades.

Y volviendo al principio, cabe decir que Pedro Sánchez, a punto de soltar unas lágrimas por los niños que están cayendo en Gaza, trató de engañarnos, pues ni siquiera le surgieron hipidos similares cuando él llegó a apoderarse del Gobierno de la nación, tomando la decisión de derogando la ley del aborto que sacó adelante su compadre Rodríguez Zapatero, ley que da origen a una media de 100.000 asesinatos de niños españoles al año.

No seamos hipócritas. Es pecado. El de Gaza y el de España. Y aunque el asesinato está penado por las leyes, se deja de lado cuando conviene porque lo ampara la ideología. En todos los países se lo saltan como lo haría un saltimbanqui circense.

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