¿Somos iguales, o solo parecidos?
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol, núm 415, de 9 de febrero de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.
Hace tiempo me viene rondando la cabeza tocar el tema que hoy sacamos a relucir. Para mí es un tema importante, pues si constantemente se llena la boca de nuestros gobernantes asegurando que todos somos iguales, lo cierto es que esta aseveración es mentira. Mienten y engañan fundamentalmente los que más tienen la obligación de mantener el tipo para dar ejemplo. Quien me ha incitado hoy a entrar en la cuestión ha sido mi amigo Gustavo Morales a través de un suelto que ha colgado en Facebook; me impulsa a no dejar para mañana lo que tengo en la mano la posibilidad de hacerlo hoy.
Surge como consecuencia de la actualidad que han puesto los profesionales de Youtube –un negocio que al parecer es muy gratificante aunque uno no lo entienda– al largarse a Andorra a ejercer esta actividad. Lo normal es que se piense que es para pagar menos impuestos, y por ahí han surgido las discusiones, aunque El Rubius, que es el último que ha tomado esa decisión y con ello levantado la polvareda, en un largo escrito justifica su marcha con otras muchas razones asegurando que él siempre ha pagado a la Hacienda Pública todo lo que debiera, por más que esta le esté persiguiendo con saña aquí y en el extranjero.
No entramos en el tema de El Rubius y otros compañeros de profesión, pues al asegurar que todos los españoles no somos iguales, queremos tocar la cuestión de los impuestos por otro lado, el que pone en evidencia Gustavo Morales, a saber:
«Hay gentes que se marchan de España para pagar menos impuestos y hay otros que se quedan porque hacen leyes para que ellos mismos paguen menos impuestos. Los diputados y los senadores no pagan impuestos por el 40% de su sueldo; las prebendas que perciben los 350 diputados y los 268 senadores en forma de dietas y pagos en especie les permite acabar el año con casi la mitad de su sueldo libre de impuestos. Unos privilegios que impiden a las arcas del Estado ingresar un mínimo de 144 millones de euros cada ejercicio. El artículo 17.2b de Ley 35/2006 del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas establece que los diputados quedan exentos de pagar IRPF sobre las cantidades que reciben para “gastos de viaje y desplazamiento” en el ejercicio de su cargo en la Cámara».
Esa bicoca que tienen diputados y senadores no existe para el resto de los mortales, pues si perciben otros importes de las empresas en las que trabajas por parecidos conceptos, estos se consideran complemento de sueldo y pasan a formar parte de las «percepciones en especie», y por ende en el cómputo sobre el que ha de pagarse IRPF y Seguridad Social. Es decir, según la legislación vigente, para los trabajadores se consideran retribución: la monetaria, la más habitual e implica el pago de una determinada cantidad de dinero por parte de la empresa al trabajador por los servicios que éste ha prestado, y en especie la aportación no dineraria pero cuyo valor sí se puede calcular a efectos de determinar el salario total del empleado; es decir, que aunque no sea dinero, si supone un beneficio económico para el que la recibe.
¿Por qué los diputados y los senadores gozan del privilegio de no cotizar sobre todas sus percepciones, tanto en IRPF como a la Seguridad Social? ¿Somos o no somos todos iguales o únicamente parecidos? Como tampoco somos iguales en las percepciones que se devengan por el despido como consecuencia de falta de trabajo, por jubilación, etc. ¿Qué no es igual porque los trabajos son distintos? Seguro, el trabajo como diputados y senadores es mucho más descansado que el de un albañil en el andamio, o el de un empresario que tiene que estar machacando continuamente cómo poder mantener a su plantilla, o el investigador que se deja la vida en el laboratorio y ni siquiera tiene garantizado el trabajo por un periodo largo de tiempo, o el cirujano que hace una operación de corazón tras otra, de pulmón, o de bazo… ¿Qué es de mayor responsabilidad y se requiere mayor cacumen? Probablemente, pero ello no quiere decir que los que ejercen en esos puestos estén mejor dotados y actúen con la responsabilidad requerida.
Ni siquiera tiene seguro su futuro el artesano alfarero que nos regala con su creatividad un botijo como el que hoy presentamos, pues su trabajo como autónomo no le asegura con precisión cómo será su acontecer caso de que las piezas que elabora dejen de gustar a los compradores, pasen de moda o llegue una pandemia como la que estamos padeciendo en la que, por falta de recursos de los clientes, se venga abajo su negocio.