En el momento en el que cumplimos 400 números de Desde la Puerta del Sol, pensaba hablar de lo trabajoso que es, a la vez que maravilloso, dedicar tiempo y más tiempo a intentar poner en claro, en la medida de lo posible, por dónde andan los derroteros de nuestra querida patria.

Pero resulta que para iniciar el año los muchachos de Podemos, por medio de su Fundación –hoy cualquiera tiene una fundación– nos dicen nada menos que hay que nacionalizar los sueldos y estatalizar las industrias. ¡Y Pedro Sánchez pretende que Joe Biden, el nuevo presidente de USA, le conceda un ratito de su tiempo para cambiar impresiones por teléfono! O que los cabecillas que controlan la Unión Europea lo tengan como un igual. O, incluso, que los miembros de la OTAN lo llamen para hablar respecto al peligro que se cierne sobre Europa a causa del jihadismo y la inmigración. Ni modo. Somos impresentables.

¡Cómo nos van a tener en cuenta si andamos soltando sandeces de ese tipo! ¡Qué dirá la Pedroche respecto a sus tarifas para exhibir un escorzo de las marujas que Dios la ha dado, y ella conserva en buen estado, a través de la poca tela del horrendo vestido con el que hizo la presentación de las campanadas! ¡Podrá seguir percibiendo 60.000 euros por ponerse durante un ratito de cara al reloj de la Puerta del Sol en futuros finales de año frente a los 30.000 euros que recibió su compañero por el mismo trabajo aunque él no enseñara nada especial!

Sin duda estos cerebros de Podemos, que al parecer llevan grabado a fuego el comunismo-marxismo en la frente –con más intensidad que si lo hicieran mediante los tatuajes hoy día tan en boga– son incapaces de reaccionar ante el mundo que se nos viene encima. Y si lo hacen, como vemos, es para sacar a relucir las teorías que han quedado en desuso hace tiempo debido a los resultados obtenidos en los experimentos habidos.

Es como si en los ensayos para una vacuna se aprecia que produce la muerte al poco tiempo de ser aplicada y nos empeñamos en seguir usándola. Esa vacuna anticapitalista que pretenden inocular a la sociedad está más que probada y su eficacia negativa ha quedado demostrada hace unos cuantos años. Por tantas necedades como se dicen y hacen, es lógico que cada vez España vaya perdiendo valor ante el resto de los países del mundo. Si sus dirigentes son estos, y siguen prosperando, llegaremos a conseguir el nivel de Venezuela, que quizá es al que aspiran Pablo Iglesias y sus mesnadas, valiéndose de las ambiciones de Pedro Sánchez, al que dejarán tirado en la cuneta en cuanto ya no les resulte de utilidad.

Y ni se da cuenta. ¡Qué habrá en el caletre de este muchacho! Nada. Porque ahí lo tenemos con los resultados de la vacunación de los españoles, que va al ritmo de las tortugas, sin todavía un plan claro de aplicarlas según las informaciones que nos llegan, y sin personal que materialmente lleve a cabo la operación, ya que se empeñó en no utilizar al personal disponible y experimentado, como es el Ejército, para que to-mara parte en la manipulación. Ahora es la ministra del ramo la que dice que están disponibles los miembros de las Fuerzas Armadas si las comunidades lo piden. Bochornoso.

​Tendremos que dejar para la próxima centena hablar de lo emocionante que es ir cumpliéndolas. Esperamos llegar.

Y por aquello de que hoy día se sale del tiesto cualquiera, nosotros lo hacemos dando descanso a los botijos y trayendo una damajuana pintada y decorada con papel de arroz, estilo decoupage, en la que tendremos de beber a gollete, que es como está de moda tomar hoy día la cerveza sin que los bebedores sepan cómo se denomina ese estilo o modismo.