Los trozos de España.
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol, núm 402, de 12 de enero de 2021.
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No son pocos los que están empeñados en que España quede repartida en trozos, como si fuera uno de los roscones de Reyes que hace unos días nos hemos zampado con gusto y placer, a pesar de la pandemia, o por ello mismo. Hay gustos para todo en cómo se han de partir esos trozos, si han de llevar el haba o el fetiche, o sin aditamento complementario alguno.
Miguel Iceta, ese pelele que anda por Cataluña manejando los asuntos del PSOE, que ahora le cede los trastos a Salvador Illa, confiesa que aunque ahora lo hagan ministro del Gobierno de España premiando sus servicios, él mantiene que Cataluña es una nación; lo que también salvaguarda el nuevo candidato al gobierno de Cataluña por el mismo partido, Salvador Illa, quien ha manifestado que «no hay nada peor que sentirse exiliado en tu propio país» (entiéndase, Cataluña).
Respecto a Cataluña, tras los señalados, o por delante, está la retahíla de siglas que mantienen la nacionalidad de esta tierra que otrora fue adelantada en las conquistas españolas por el mundo, defendiendo su bandera con la sangre de sus gentes. En paridad de intención están los vascos que hacen su guerra particular de forma distinta, con sus valientes gudaris asesinando cerca de mil españoles en la miserable batalla mantenida para que los que no se manchaban las manos de sangre recogieran tranquilamente las nueces.
Y menos arriscados andan otros por Galicia, con parecidas intenciones, y no faltan los que asoman ligeramente las uñas por otros lugares.
Pero hay una parte más doliente hasta ahora, desde 1713, la tienen los ingleses: Gibraltar. Si bien en 1704 Sir George Rooke, con una potente flota angloholandesa tomó la Roca en nombre del archiduque Carlos, no es menos cierto que se convirtió en un acto de piratería ya que los ingleses se asentaron en ella sin pedir permiso, consiguiendo que mediante el Tratado de Utrecht «la ciudad y el castillo de Gobierno junto con su puerto, defensas y fortalezas les pertenecieran». Y, mientras los españoles miraban para otro lado, y se entretenían en conflictos internos, los ingleses se fueron apoderando de otras zonas no previstas en el Tratado, como el istmo, las aguas adyacentes y espacio aéreo suprayacente.
Terminada la Guerra Civil, se iniciaron las reclamaciones al respecto, siendo sus adalides, junto al ministro de Asuntos Exteriores Fernando de Castiella, José Félix de Lequerica, Manuel Aznar y Jaime de Pinies, representantes ante la ONU, quienes fueron arrancando acuerdos de la ONU a favor de España aunque Inglaterra jamás los cumplió.
El primer mandato de la ONU es de 1946 respecto a que la Roca debería ser descolonizada, con reiteraciones anuales. En 1960 se exigió la soberanía recogiendo la resolución del Comité de Descolonización de la ONU de que los moradores del peñón no eran otra cosa que colonos. Reconociendo posteriormente la CEE a Gibraltar como territorio especial de la UE.
Toda la insistencia durante aquellos años probablemente fue considerada como fascista tras la Transición, por lo que se abandonó totalmente la reclamación de la Roca, abriendo las puertas del Peñón, dando facilidades a los ingleses para que anduvieran de aquí para allá a su gusto y con los trapicheos de blanqueo de capitales, contrabando de tabaco y de lo que fuera menester.
Incluso les permitimos la construcción del aeropuerto sobre territorio español con la condición de que fuera compartido y jamás, al parecer, España ha hecho uso de él ni para que aterrizara allí el Falcon con Pedro Sánchez en una de sus escapadas a no se sabe qué.
Y ahora, para más inri, en lugar de mantener la frontera con todas sus complejidades como ha quedado entre la UE e Inglaterra en virtud de los acuerdos tras el brexit, los colonos del Peñón ya pueden ir conquistando el resto de España a su gusto, empezando por las zonas de recreo más apetecidas de Andalucía, lo que ya venían haciendo.
Estos son nuestros gobernantes. El presidente del Gobierno da lo que sea con tal de seguir en La Moncloa, sin que le molesten demasiado, y disfrutando de los bienes nacionales; el vicepresidente y cabecilla de Podemos sacando adelante todas sus martingalas comunistoides para convertir España en un cercado de indigentes con unos superhombres bárbaros, indocumentados, ignorantes, dictadores hasta las entrañas, y depredadores de lo ajeno en beneficio propio.
Que Dios nos castigue si lo consentimos, pues nos lo habremos ganado a pulso por mentecatos.
Para echar un trago de agua, aunque hoy no apetece demasiado por culpa de la nieve y el frío que ha venido a complementar los desastres de la pandemia del covid-19, traemos un botijo que no está mal, pero que tiene la particularidad de contar con tres pitorros. ¿Seremos capaces de beber de este botijo sin mojarnos? Pudiera ser que no tal como andamos de menos.