No hay forma de que se entere de que es repudiado por todo el país salvo por sus incondicionales sectarios que, o no se dan cuenta de lo que es el personaje, o las entendederas no les funcionan demasiado bien.

Nos referimos a Pedro Sánchez, naturalmente. El presidente del Gobierno y secretario general de un PSOE al que ha arrastrado por los suelos aunque todos, o casi todos sus compañeros de partido le abrazan y ensalzan por demás, incluidos los de la vieja guardia que un día acordaron abandonar toda mancha comunista y ahora la sobrellevan con misericordia y sin la animadversión que desplegaban hace días, hace meses.

Que todos aquellos a los que Pedro da de comer con holgura, que coloca en buenos o mejores puestos de la Administración, que eleva a espacios que difícilmente alcanzarían en un proceso normal de trabajo partiendo de la nada o casi nada como lo hacemos la mayoría, que todos estos tunantes beneficiarios de las Arcas Públicas lo tengan en palmitas, escondan sus deslices, justifiquen sus necedades y los cuantiosos errores en los que cae, que defiendan hoy lo contrario a lo que dijo ayer, y vayan cantando aleluyas por las emisoras de televisión, radio y la prensa escrita fundamentalmente, tiene su justificación y también que lleven y soporten con buena disposición lo que consideran pecadillos del jefe, pues no van a ser tan imbéciles para tirar piedras sobre su tejado.

Pero que los que andan padeciendo, lampando de un lado para otro, sin encontrar solución, porque se han quedado sin trabajo por culpa de la mala gestión de tan distinguido procurador, o los beneficiarios de los ERE que lo que ansían es un trabajo seguro en vez de una limosna, y no digamos los que reciben el ingreso mínimo de 430 € para ayuda... –¿de qué?– que cogen la bandera del sindicato –que permanece en el más absoluto anonimato para que nadie se metan con ellos y seguir medrando, para no perder la bicoca que tienen de por vida–, o la bandera de la Segunda República, o la pancarta que le ponen en la mano para reclamar cualquier demanda que no va a favor de sus imperiosas necesidades, sino de las conveniencias de quienes son los responsables de cómo está el país; esos, todos esos, es incomprensibles cómo no se manifiestan todos los días pidiendo la marcha de Pedro Sánchez de La Moncloa para que otro más capacitado –ya sea hombre o mujer, que no nos andamos con distingos, y solo buscamos los realmente útiles, preparados y honestos– se haga cargo de las riendas del país.

Por mucho que se intente pergeñar que las acciones de Pedro Sánchez tienen un cierto contenido que responda a hechos reales que puedan dar origen a un futuro plagado de bonanza, a cada paso que da se aprecia que es un infausto individuo que hasta ahora solo ha aportado al país desgracias y tristeza, dolor y sufrimiento moral y físico; sin duda es un sujeto de mal agüero, dado que casi todo lo que ha presagiado se ha venido abajo por incapacidad de llevarlo a buen fin; que no hay señal de futuro que presagie sin que se haya derrumbado. En estos momentos sus oráculos le han soplado al oído que el PIB va a pegar un crecidón espectacular, con lo que puede presentar unos PGE en los que se refocila en el gasto ya que está seguro que con la subida de los ingresos –sin aumentar los impuestos, aunque esto es una trampa para el ingenuo y cándido ciudadano español– más el dinerito prometido por la Comisión Europea. Y aunque los organismos económicos de cualquier signo, incluso los de la UE, le dicen que eso no va a ser así, que el PIB bajará considerablemente –como se puede apreciar en las tendencias actuales– el sigue en su nebulosa pidiendo a la oposición –que no es tonta– que tienen que aprobar los PGE, sí o sí, sin enrocarse en posiciones contra el Estado. Y no se da cuenta, –¡está en el universo particular que vive sin dar entrada en él a nadie más!–, su vida es ajena a la hambruna del pueblo español, a la nefasta gestión que hace junto a los cataplasmas que le rodean en abundancia, a la infame tarea que lleva a cabo para que «el tejido» industrial español se ponga en marcha con ansias de volver de nuevo a ocupar uno de los primeros puestos del ranking mundial, a la política desmadejada que desarrolla su elenco completamente alejada a por dónde va el mundo, ya sea de «nuestro entorno», ya de territorios más alejados, tanto física como mentalmente.

Por todo ello, y por más cosas pues todas no se pueden recoger en un simple comentario, Pedro Sánchez se merece lo que le digan los españoles al presentarse ante ellos en el desfile de las Fuerzas Armadas, o cuando aparezca sonriente como bello conquistador en cualquier localidad de España para hacerse la foto, o en el Parlamento Nacional cuando entra como un ser que se considera distinto y por encima de los demás

Si tuviera pundonor, si se diera cuenta del ridículo en el que está situando a España en el mundo entero, si considerara el daño que origina a todos y cada uno de los españoles, ya habría tomado las de villadiego, junto con toda la cuadrilla que vive de sus favores y chorreo continuado de dádivas.

Además, en su insensatez, es generoso y da propinas y aguinaldos que salen del presupuesto nacional, tan limitado como está, tales como el bono joven de 250€ para ayuda vivienda a los estudiantes, o los bonos culturales de 400 € para jóvenes de 18 años, sin saber nada más de cómo se implantarán, si para libros, música, teatro, etc., aunque sí se tiene la precisión de que serán para los jóvenes que cumplan los 18 años cuando vayan a tener lugar las próximas elecciones. Otro despropósito contra los PGE y que, llegado el momento, quedará en agua de borrajas, pues no es fácil que cumpla sus ofertas y promesas. Por ejemplo, ¿cómo andan las ayudas a todos los damnificados por los diferentes lugares de España donde las lluvias y los tornados produjeron desastres tremendos? ¿Estarán en el mismo departamento de las promesas a hechas a los lorquinos por el terremoto de hace diez años? ¿Ha pensado de dónde va a sacar todo lo que España tiene que invertir ahora en la isla La Palma?

Otrosí

No obstante lo dicho sobre la paciencia del pueblo español, como se apunta anteriormente en diferentes momentos, una parte muy numerosa del mismo, mayoría habría que decir, incluyendo Cataluña y las provincias vascongadas (que hay quien considera que en esos dos lugares solo existen los separatistas), está hasta el gorro del presidente del Gobierno y sus atláteres, manifestándolo públicamente cuando puede, sin tapujos. De igual forma muestran su desapego un importante porcentaje de medios de comunicación, ya sea televisión, radio, prensa escrita y digital, donde sus reporteros han dejado de hablar con mesura y circunspección, y son bastantes, los que, en no pocas ocasiones, tiran los pies por alto, ponen de manifiesto los errores del Ejecutivo, despliegan los incumplimientos de las leyes más frecuentemente de lo necesario, sacan a relucir los trapos sucios del personal que se tizna más de lo debido (y no nos referimos a temas del corazón que ese es un problema que no tenemos en cuenta pues entra dentro de lo personal y moral), e invita a que los más atrevidos se lancen a los juzgados a poner denuncias sobre tanta inmundicia como se nos presenta con descaro.

Nada mejor que traer hoy a este rincón un simple botijo estándar, de barro blanco, elaborado en los alfares de Rambleños, (Córdoba) como reza en su etiqueta, queriendo dejar constancia que, para que algo sea nuevo, no ha de ir cargado de muchos oropeles, pues este botijo mantiene, incluso, un cierto pudor al tapar la boca de llenado con una redecilla y con un palillo de madera el pitorro por el que nos produce el placer de beber; de esta forma, el agua con el que nos refrescaremos será absolutamente pura, según ha sido tomada del manantial. Cosa que hay que agradecer siempre.