Aquella Navidad y la aséptica Navidad
Publicado en la revista Lucero, núm. 141, 4º T de 2020. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa.
Al llegar diciembre, era costumbre en el Frente de Juventudes llevar a cabo un concurso de belenes; en 1955, yo pertenecía a la Centuria Pedro de Alvarado de Montañeros, en el Hogar Zaragoza de Barcelona, y aquel año se dieron premios a los hogares Zaragoza, Extremadura y León.
La antigua publicación Atajo, que había iniciado su andadura en los años 40 con mucha discontinuidad, iniciaba su última época, como portavoz de las Falanges Juveniles en mayo de 1951, con tirada básicamente en Barcelona; en 1955, realizó varios reportajes sobre los belenes, y, en enero de 1956, publicó su último número. Había durado cinco años.
Por aquel tiempo se escuchaban villancicos y se instalaban pequeños belenes en tiendas y algo mayores en los almacenes. Las calles estaban adornadas con estrellas y luces, recordando el nacimiento de Jesús, Se enviaban cartas, postales, felicitaciones; las familias se felicitaban y vivían, si eran creyentes, la auténtica Navidad.
La cabalgata de Reyes era elegante, con las carrozas repletas de juguetes para los niños y, en una de ellas, una gran estrella; los Reyes iban con escolta a caballo, que eran, en realidad soldados de Caballería vestidos de pajes.
Han pasado muchos años. Ahora es un acontecimiento eminentemente comercial. El fenómeno empezó allá por los años 90: había llegado la globalización. La Navidad se ha reducido a ser como un escaparate de grandes almacenes, puestos de artículos de broma, spray de nieve artificial y anuncios televisivos de juguetes y colonias. Ya no se dice felices Navidades, sino felices fiestas. España es uno de los países que más rápidamente se ha secularizado.
Sigue apareciendo el americanizado Papá Noel, adoptando todas las posturas posibles, y supongo que pocos saben que su origen es un obispo de Turquía en los primeros tiempos del cristianismo, allá por el año 270, que ofrecía regalos y ayudaba a los niños y niñas necesitados: era san Nicolás y su festividad, en el santoral, es el día 6 de diciembre.
Pero parte de la humanidad sigue montando su belén y celebra la Navidad cantando villancicos en las tardes navideñas. Si este año no es posible vernos, tendremos el grato recuerdo en el corazón y, sobre todo, una oración en los labios, recordando a los que nos han dejado.