El «porque» del señor Borrell

20/09.- Con los talibán se podrá hablar o no, se podrá callar o darle carrete, pero no porque hayan ganado una guerra sino porque forma parte del entendimiento entre las personas atenerse a los hechos.

Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 501, de 20 de septiembre de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP.​

El «porque» del señor Borrell

El señor José Borrell, que en su ya larga ejecutoria política ha alcanzado uno de los puestos que mejor se pagan a cierta edad, ha declarado que los talibán se puede hablar de todo, porque han ganado la guerra. Es conveniente no perder de vista lo que acabo de decir, porque es una frase que con toda seguridad pasará a la historia de las chorradas más honorables de un alto mandatario de esa cosa que llamamos la Unión Europea.

Conviene perfilar la cuestión. El señor Borrell, que se sepa, no ha ganado ninguna. Más bien las ha perdido. Sus escarceos por los pasillos y antesalas del Partido Socialista español son de sobra conocidos y no cabe duda que goza de predicamento intelectual suficiente entre los suyos, porque si no no se entendería cómo ha llegado tan alto en su ya acrisolada carrera. Parece ser que las otras fuerzas vivas de su organización entendieron que una figura de su talla debía figurar en la lista de objetos amortizados que cada cierto tiempo se manda a Bruselas, que es donde tiene sede la extraña cosa que llamamos Unión Europea.

Entonces, desde la planicie de su despacho, a veces en el bullicio de una calle cualquiera, se deja retratar y con ese acento catalán que le caracteriza, tan sublime y engolado, dice alguna chusca tontería con la única finalidad de hacerla pasar a la historia. En esta ocasión, ha ocurrido. Según se desprende de sus profundas palabras la institución que en parte preside ha determinado que no se puede eludir el trato con una gente que, entre otras cosas, margina a la mujer y mata a los hombres, además de tomar el poder de su país con los fusiles entre las manos, porque, han ganado la guerra. De lo cual se infiere que, de haberla perdido, no servirían en condiciones razonables para cualquier trato o interlocución. Un simple repaso a la historia de las guerras del mundo serviría para dejarle en evidencia, pero omitiré este detalle.

El señor Borrell, que ya debe estar ajustándose los machos para pasar a la jubilación, debería saber usar mejor nuestra lengua, que es la española. Sobre todo, la utilización de las conjunciones y, especialmente, las que de alguna forma tienen un sentido causal. Porque las cosas responden a su naturaleza con arreglo a su ser y no necesitan ser refrendadas por conjunciones adventicias; pero si por exigencia de estilo o simplemente porque le da la gana al sujeto que las menciona este echa de menos un refuerzo literario, bien estará decir que París bien vale una misa, pero nada más. Porque nuestra lengua, que es hermosa, clara y diáfana, no necesita de lectores de ocasión que la pringuen del sebo que, por otra parte, ya le untan desde todas las cadenas de televisión, por no decir otras vías igualmente nocivas. No, señor Borrell. Con los talibán se podrá hablar o no, se podrá callar o darle carrete, pero no porque hayan ganado una guerra sino porque forma parte del entendimiento entre las personas atenerse a los hechos, que estos sí que determinarán los usos a seguir. Por lo que se está viendo, mejor será morderse la lengua.

Me viene a la memoria aquella obra de Pemán en que un oficial francés llegado a España al calor de sus machetes, cuando preparaba su aposentamiento y no quería expresar algunos detalles, terminaba sus frases con un etcétera etcétera etcétera, que todo quisque entendía lo que quería decir. Creo que la obra se titulaba Los tres etcéteras de don Simón, que luego los italianos tomaron con su buen humor y llevaron al cine. Pues bien, el señor Borrell no supo qué decir en esa entrevista, o lo que fuere, pero en vez de etcétera puso el porque de su cosecha, ignorando que daba curso a la cagada más grande de su estúpido magisterio.

Ahora se comprende por qué lo arrumbaron a Europa. Había que cuidar el armario de objetos inútiles de que se sirven todos los partidos y el señor Borrell demostró ser candidato idóneo. Todo el mundo socialista sabía que más pronto o más tarde daría la nota, como así ha sido. Porque en los esquemas dictatoriales con ropaje democrático que tanto abundan en la actualidad, en España, sobre todo, hacen falta señores que vistan bien los disfraces de payaso, pues una mañana cualquiera nos alivian los desayunos con citas como la presente.

Y porque estas estupideces había que decirlas, me he puesto a teclear y las he dicho. Porque mañana será otro día.

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