No se fían de nosotros
3/05.- Al parecer, el actual Gobierno de España no goza de mucho predicamento entre las instituciones rectoras de la Unión Europea, a las que ha acudido pidiendo árnica, es decir dinero, ante el brutal frenazo económico que va a afectar a España como consecuencia de la pandemia del virus COVID-19.
Publicado en el número 23 de 'Somos', de mayo de 2020. * En la sección Opiniones.
Editado por la asociación cultural Avance Social.
Ver portada de Somos en La Razón de la Proa.
No se fían de nosotros
Al parecer, el actual Gobierno de España no goza de mucho predicamento entre las instituciones rectoras de la Unión Europea, a las que ha acudido pidiendo árnica, es decir dinero, ante el brutal frenazo económico que va a afectar a España como consecuencia de la pandemia del virus COVID-19.
La Unión Europea (UE), presidida por Ursula von der Leyen, tendrá que acudir de alguna forma en ayuda de la Unión en su conjunto y de cada uno de sus integrantes en particular, pero es que nuestra particularidad produce sarpullido en determinadas pieles nórdicas.
Y a estas alturas, el sarpullido se llama Pedro Sánchez, quien preside un Consejo de Ministros cuya sala de reuniones parece un vagón del Metro en hora punta… y eso es sólo lo aparente, ya que por detrás permanecen en discreto segundo plano los asesores y áulicos de libre nombramiento, de los que se hace acompañar cada uno de los ocupantes del vagón.
Todo lo anterior, sumado a parecida superpoblación partidocrática en los niveles autonómico y municipal, arroja un nivel de profesionales de la política sin igual en el mundo civilizado. Si además, la ministro de Igualdad, apela a la UE pidiendo medidas ¡antifascistas! contra la crisis, el sarpullido se agrava.
Algunos, ingenuamente, pensábamos que a un ministerio de España se llegaba sabiendo y que el cuerpo funcionarial español tenía la suficiente preparación y valía para asistir eficazmente al político responsable, sin necesidad de áulicos ni paniaguados.
Por lo que se ve, estábamos equivocados. Ante tales evidencias, los suspicaces nórdicos se preguntan cómo es posible que con tanta gente dedicada a su gestión, este país deba una cantidad igual al 100% de su PIB –si es que no más– y expresan su escepticismo sobre nuestra capacidad de devolver lo que se nos preste. En ocasiones anteriores ya se nos advirtió de lo costoso de nuestro entramado institucional y se nos recomendó hacer modificaciones.
La UE acudirá, sin duda a ayudar, pues le va mucho en el envite. Pero habremos de ver hasta qué extremo de meticulosidad se controlará la inversión de los fondos que nos presten –digo invertir, no gastar– y cómo tal control será ejercido por alguien que no atenderá por Sánchez ni por otro patronímico que nos resulte familiar. Al final, el estado más antiguo de Europa se convertirá en una especie de protectorado. ¿Qué vergüenza, no?
Porque para vergüenza de los españoles, Sánchez, su partido y todos los demás, son cuánto hemos sido capaces de generar políticamente. Son nuestra obra, nuestro monstruo de Frankenstein y cuánto más tardemos en neutralizar al monstruo, más duras serán las consecuencias por haberlo creado.
La verdad, si yo fuera holandés o alemán, tampoco me fiaría de semejante socio, que una cosa son las diferencias de cultura o idiosincrasia y otra los principios de seriedad y madurez esperables de un nación que, se supone, interactúa con otras semejantes en beneficio mutuo.
No sé si será muy habitual que un presidente de la UE, se dirija directamente a los ciudadanos de una nación en particular, como hace la señora von der Leyen en el vídeo del diario El País incluido al final del artículo, pero uno sospecha que esto no es sino una amable toma de posesión.
¡¡Vivan las caenas!!