Orden + contraorden = desorden
El poeta inglés del siglo XVIII Alexander Pope dijo que: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”.
Pero cuando el “donde dije digo, digo Diego” es continuo, la afirmación del poeta se desvanece y la causa es necedad. Y es que, como señaló el filósofo Immanuel Kant: “El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.”
En este sentido, con referencia al covid-19, el vaivén de directrices por parte del gobierno ha conseguido inocular miedo y desconfianza en la población.
Uno de los temas estrella es la vacuna AstraZeneca que en febrero estaba indicada solo para personas entre 18 y 55 años, llegando a vacunar, con la primera dosis, cerca de dos millones de empleados esenciales de esa franja de edad, profesionales que a fecha de hoy están pendientes de la segunda dosis y sin saber si se la van a poner, ya que inicialmente se les dijo que se paralizaba la administración de la vacuna, durante dos semanas, dados sus efectos secundarios. Al tercer día de su paralización, el gobierno cambió de criterio y se reinició la vacunación bajo el argumento de que el beneficio de la vacuna era superior al daño que podía provocar. Poco después, el Ministerio de Sanidad decidió un nuevo cambio, ampliando la franja de edad para vacunarse hasta los 59 años. A los pocos días, el criterio ya era diferente, la vacuna iría destinada únicamente a las personas entre 60 y 65 años, y fue así, como los vacunados inicialmente, menores de 55 años se quedaron sin segunda dosis de AstraZeneca, que ahora se llamará Vaxzevria para cambiar su mala reputación. Pero como no hay dos sin tres, ahora Sanidad ha vuelto a cambiar de criterio, y la franja de vacunación para dicha marca será de 60 a 69 años para poder cubrir un colectivo de población que estaba en el limbo, la de 66 a 69 años, aunque no se entiende el porqué una persona con 69 años se puede vacunar y una con 70 no. De todas formas, nada nuevo, con la vacuna Pfizer-BioNTech, primero se tomó como criterio que estaba destinada para los mayores de 90 años, luego para los de 80 y posteriormente, se utilizó para vacunar a los sanitarios independientemente de la edad que tuvieran.
Lo cierto es que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) dice una cosa, los países hacen otra y en España las autonomías también toman sus decisiones opuestas a las del gobierno, como la adoptada por el presidente socialista de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, al requerir la vacuna rusa Sputnik V, además de haberse reunido con la compañía Janssen, al parecer, para la compra unilateral de vacunas para su comunidad. La presidenta de la Comunidad de Madrid, también ha manifestado, ante la falta de suministro de vacunas por parte de Sánchez, su propuesta de optar por la compra exclusiva de la Sputnik V. Asaber, que terminarán haciendo los reinos de Taifas de las autonomías, frente a la dilación del gobierno socialista-comunista en el suministro de vacunas.
Aunque, para contradicciones, las que hay entre el Ministerio de Sanidad, el Instituto Nacional de Estadística y el Instituto de Salud Carlos III, los tres, organismos oficiales, para determinar el número de fallecidos en España por covid-19, cada organismo dice una cifra, y aún, los españoles seguimos sin saber cuál es el número real de fallecidos por la pandemia en España a fecha de hoy.
Aunque los cambios de opinión del actual gobierno no terminan aquí, en el caso de las mascarillas, en menos de una semana, la obligación de utilizar mascarilla en la playa o en la montaña ha sido eliminada. Pero en este tema, las contradicciones siguen confundiendo a la ciudadanía, lo cierto es, que por la calle es obligatorio ir con mascarilla, pero si la misma persona se sienta en una terraza se la puede quitar y compartir la mesa a corta distancia con otros prójimos. Si alguien decide hacer deporte por la vía pública y cumple la distancia de seguridad puede ir sin mascarilla, aunque si luego quiere ir andando, tienen que ponérsela, aunque guarde la misma distancia de seguridad, pero si va caminando fumando o comiendo, puede ir sin ella. Así mismo, cuando se entra en un comercio hay que respetar el aforo establecido y en su interior, guardar la distancia de seguridad entre los presentes, pero en el metro o en el tren, en hora punta, la cosa cambia, no queda más remedio que ir como sardinas en lata, sin que las autoridades por el momento, hayan hecho ni hagan nada al respecto, y así, un suma y sigue. Como colofón de cambios de opinión, de un día para el otro, recordar las palabras del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón cuando dijo: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado de Covid-19”, o:“No es necesario que la población use mascarillas”, en fin, para qué dar más ejemplos, en estas manos estamos.
A pesar de todo, hay que seguir tranquilos. Pedro Sánchez ha garantizado a los españoles que, para el verano, el 70% de la población estará vacunada y él no miente, disculpen el sarcasmo. ¡Que Dios nos coja confesados!