Rosa Díez, en su reciente publicación Caudillo Sánchez, atribuye al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, tres características: narcisismo, psicopatía y maquiavelismo.

A fuer de ser tachados de suspicaces, considero que la última de estas «cualidades» se muestra en todo su esplendor en la convocatoria de elecciones generales para el próximo día 23 de julio y el previsto voto por correo, como estrategia, en su opinión, de limitar el voto de los que quieren acabar, de una vez por todas, con su presencia en el Palacio de La Moncloa y al frente del gobierno de España lo cual es una clara nuestra de su maquiavelismo a pesar de que haya quien sostenga que es una mera casualidad y que no es posible que pueda haber alguien tan retorcido.

No creo que sea una casualidad que se haya elegido esa fecha en plena época veraniega y con la presunción de que muchos españoles se podrán encontrar de vacaciones más o menos lejos de sus domicilios habituales. No creo que sea una casualidad que la elección de esa fecha coincida con el «puente», por la celebración el martes día 25 de la festividad del Apóstol Santiago, Patrón de España, en cuatro comunidades autónomas: Galicia y Castilla y León, gobernadas por el Partido Popular y con alto porcentaje de votantes de ese partido y el País Vasco y Navarra, donde Sánchez debe de dar por descontado que el PSOE ni el PP van a perder votos ni a ganarlos porque irán al PNV o a los sucesores de los terroristas de la ETA.

Se nos podrá argumentar que existe la posibilidad del voto por correo. Es cierto, pero deberíamos de detenernos a considerar las fechas y los plazos para esa opción. La solicitud de la documentación del voto por correo se puede hacer entre el 30 de mayo y el 13 de julio; Correos ha de remitir esa documentación a los solicitantes entre el 3 y el 16 de julio y la entrega de la documentación y los sobres con las candidaturas elegidas ha de efectuarse en una oficina de Correos hasta el día 19 del mismo.

Bien, pero la cuestión estriba en qué día del mes de julio puede llegarnos, con tiempo suficiente para que ejerzamos esa modalidad del voto, la referida documentación. Cuántas personas que vayan a estar fuera de su lugar de residencia el día 23, lo estarán también en fechas anteriores de ese mes de julio. Y si tienen dificultades para desplazarse el día 23 para votar, lo mismo podrán tenerlas días antes para conseguir la documentación y emitir el voto.

Por otra parte, si el cartero lleva esa documentación a un domicilio y el destinatario se encuentra ausente, la devuelve a la oficina, dejando aviso, para que vaya allí a retirarla. Lo cual obligará a las personas que se encuentren ausentes a viajar para ver si tienen la suerte de que el cartero vaya a sus casas un día que estén presentes o para ir a la oficina de Correos a fin de recibirla y ya, de paso y aprovechando la ocasión, emitir el voto. Pero desplazándose desde su lugar de vacaciones a su residencia habitual.

Cabe la posibilidad de que, quienes lo sepan, especifiquen como domicilio para recibir la documentación aquel en el que se encuentren durante las vacaciones. Pero puede que no lo sepan todavía o que, yendo a un hotel, aun no hayan podido determinar a cuál. Otro caso posible es el de quienes se encuentren en el extranjero. Tendrán que localizar las legaciones de España y, si les es posible, acudir a las mismas en horario hábil.

Además, en estos casos y sabiendo que algunos repartos de la correspondencia se efectúan de forma irregular, nadie va a poder garantizar que la documentación vaya a llegar dentro de los plazos. Y, es más, no en todas las localidades de posible destino vacacional existen oficinas de Correos. En esos casos, forzosamente, los afectados deberán de desplazarse a otras poblaciones dotadas del referido servicio.

Son, por tanto, muchas las probabilidades de que (presuntamente) de forma premeditada las cosas estén planificadas para que muchos ciudadanos tengan serias dificultades –o, incluso, imposibilidad– para emitir su voto en tiempo y forma. U opten por la abstención.

Siendo el director general de Correos Juan Manuel Serrano, hombre de confianza de Pedro Sánchez y sabedores de la trayectoria y los comportamientos de éste, son inevitables los recelos, la desconfianza y las suspicacias.

Debemos, pues, ser conscientes de estas argucias y estrategias y actuar en consecuencia.

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