El odio de los sectarios

30/JUL.- Los "buenos" parece que solo están en un lado determinado de la historia democrática, y los "malos" en el lado censurable de sus redactores.
El odio de los sectarios

El odio de los sectarios


Un buen amigo mallorquín me ha remitido un artículo publicado en un diario de aquellas islas bajo el título Yugo y flechas, la periodista dice en el mismo que le resultó espeluznante porque había visto, en distinta prensa, una fotografía donde un grupo de personas que sostenían una pancarta con el lema: «No a la ley de memoria democrática. En defensa de la libertades frente al sectarismo revanchista». Y sigue escribiendo: «Algunos de los asistentes a la protesta ondeaban banderas españolas y otros las del yugo y las flechas».

Y añade que los portadores de las banderas, que a ella le resultan espeluznantes, «seguramente son los nietos de aquellos asesinos para rechazar una ley que pretende investigar crímenes de este tipo». Está claro que para la periodista los "buenos" solo estaban del lado que ella defiende, y los "malos" son los que portaban las banderas que a ella no le gustan. Probablemente le habría disgustado menos que hubieran portado, en vez de banderas españolas, banderas de Herri Batasuna y en lugar las del yugo y las flechas, las de ETA, con la culebra incluida.

Si la periodista lo desea, hablemos algo de la memoria democrática sin ningún trastorno. Comienzo recordándole que a los pocos días de proclamarse esa idílica República que, tanto añoran algunos, en esta España nuestra fueron pasto de las llamas más de cien iglesias. Los pirómanos fueron los "buenos", o sea, los asesinos que ella dice, no, los otros. Quiero recordarle también que, en el año 1934, durante los días que duró la Revolución de Octubre, fueron asesinados varios seminaristas y sacerdotes de los que la periodista nada dice. Todos ellos, debían de ser elementos muy peligrosos. Y, según datos oficiales, aquella revolución que, todavía hoy tantos añoran y otros, como la referida periodista, pasan por alto, causó 1.335 muertos y 2.932 heridos, según datos oficiales.

Por otro lado, puedo facilitar el nombre, fecha y lugar de cerca de un centenar de españoles asesinados por los "buenos", antes del 18 de julio de 1936. Nada nos cuenta, tampoco, del asesinato de Calvo Sotelo, obra de policías socialistas. Por cierto, Calvo Sotelo, en la nueva Ley de Memoria Democrática, no cuenta como víctima porque su aplicación comienza en 18 de julio de 1936 y Calvo Sotelo es asesinado el día 13 del mismo mes. El tótum revolútum que siempre inclina, la izquierda, a favor de su intereses políticos, incluida la periodista que firma ese artículo Yugo y flechas, de apellido Michelena, de probable parentesco con el falangista Pedro Mourlane Michelena, uno de los que participó en el nacimiento del Cara al sol, una canción alegre, exenta de todo odio.

Ese odio que sigue empapando a los sectarios. Por ejemplo: no paran de recordarnos de lo que pasó en Guernica. Tema que no se cansan de repetirlo tantas veces como se haga necesario. No se referirán jamás a otro bombardeo, al que me referiré más adelante, producido por la aviación roja y que causó un número aproximado de muertos como los que hubo en Guernica. Con ello no pretendo hacer ningún tipo de comparación ni justificar nada, simplemente recordar hechos que ocurrieron y otros callan. La historia, lo he repetido muchas veces, ha ido la que fue y no solo la parte de lo que a unos les interesa.

Leía cierto día, en un periódico, que el Guernica de Picasso es la obra más importante del siglo XX. A mí, sinceramente, me sorprendió un poco porque la pintura, como cualquier obra de arte, no juega en ninguna liga que nos lleva a saber quién es el que finalmente suma más puntos. Decir que Picasso pintó la obra más importante del siglo XX, o sea, del mundo mundial, me parece un poco exagerado porque habrá otros expertos que tengan gustos distintos o preferencias diferentes, para poder considerar otros cuadros como la obra más importante del pasado siglo. Por ejemplo, habrá a quienes les guste más El grito del noruego Edvard Munch; o El beso, del austriaco Gustav Klimt; o La danza, del francés Henri Matisse; o Paisaje de verano, del ruso Kazimir Malévitch; o cualquier bodegón, del también español, Juan Gris.

Y como sobre gustos no hay nada escrito, puedo decir ⎼y digo⎼ que cualquier obra citada me gusta más que el Guernica de Picasso que lo han convertido, algunos, en el icono de nuestra guerra civil. Quizá por eso alcance su mayor fama. Si hubiera llevado otro título posiblemente no hubiera obtenido tanta notoriedad. Con ello no quiero dar la impresión de que desee desmerecer esa obra maestra, pero de ahí a ser la más importante del siglo XX hay un buen trecho. Y ya que hago referencia a algunos pintores, no quiero olvidar al pintor falangista, Ponce de León, autor del cuadro titulado Autorretrato (accidente) y colaborador de Federico García Lorca como pintor de los decorados de su teatro ambulante La Barraca. De este pintor, Dionisio Ridruejo dice que cuando «ya las cosas estaban muy avanzadas, solía acercarse a su casa silbando el himno falangista y seguramente no dejó de silbarlo hasta que se lo llevaron al muro». Era el 29 de septiembre de 1936, el mismo día en que también asesinaron a su hermano Guillermo, y un día antes hicieran lo mismo con su padre. Otro hermano, Juan, también fue asesinado por los rojos el 7 de noviembre siguiente.

Por otro lado, toda la izquierda olvida lo que no hace mucho escribía José Manuel García Peruyena, en el periódico La Nueva España, cuando aquel 10 de septiembre de 1936 perdió, en Oviedo, a su madre y a sus hermanos gemelos que se encontraban en un refugio momentos antes de que cayeran unas bombas, salvándose él porque en ese momento su madre le había encargado ir a la farmacia más próxima a comprar unas papillas para su hermanos. En aquel refugio, donde había 120 persona, perecieron todas víctimas de la aviación mandada por el comunista Ignacio Hidalgo de Cisneros, marido de Constancia de la Mora, una de las figuras más paradójicas y enigmáticas de aquellos años que, siendo nieta de Antonio Maura, siguió los pasos de su marido afiliándose al partido comunista.

De esas bombas, la que una de ellas mató al número ya citado de 120 personas, nadie se acuerda. Es evidente que Oviedo no tuvo entonces su Picasso que pintara un cuadro como el que el malagueño pintó, y que hoy es conocido con el nombre de Guernica. Nombre al que el mundillo socialista, marxista o no, utiliza en beneficio de sus propios intereses políticos

Y nada más. Si la autora del artículo Yugo y flechas quiere seguir haciendo referencia a la ley de la memoria histórica o democrática está en su perfecto derecho. Tiempo habrá de poder contestarle.




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