Cuarenta años, intentando diseñar un “plan B”
Ninguno tuvimos un “Plan B”, ni los falangistas condenados al ostracismo en 1937 ni los franco-falangistas de 1975 y posteriores.
Mucho se habla ahora de tener un “plan B” para todo, si salimos de fin de semana y llueve, si preparamos un proyecto profesional y no hay financiación, si preparamos una actividad y no hay suficientes personas…
- Incluso en política, a veces, oímos que tienen un “plan B”, si los votos no les son favorables.
A la muerte del Caudillo, algunos falangistas volvieron a sus cuarteles de invierno, para desde allí, intentar volver al mundo de la política, desde cualquiera de las múltiples siglas que vieron la luz, y que, desgraciadamente, ninguna de ellas supo devolver al pueblo español la ilusión y la fuerza de la época fundacional.
- El franquismo utilizó las siglas, la mística y los hombres de la Falange para su provecho, bien es verdad que algunos de esos hombres hicieron lo que pudieron y más para volcar en la política del momento las ideas y propuestas que la Falange de José Antonio había preconizado antes de la guerra civil.
- Buenos ejemplos fueron la Organización Sindical, el Frente de Juventudes, las Obras Sindicales, etc.
Tan ensimismados estábamos en aquella España tranquila, de trabajo, paz y unidad de sus hombres, que cuando llegó el momento de la verdad (a excepción de unos cuantos que se buscaron la vida en las nuevas formulas políticas) nos pilló con el paso cambiado, no nos dimos cuenta meses o años atrás que aquello se terminaba con la persona de Franco y que el futuro no pintaría bien para todo aquel sospechoso de “colaboración” con el Régimen.
- Nos tuvimos que poner a cubierto, disimulando lo más posible, si eras joven y buscabas trabajo, o con silencios vergonzantes, si eras mayor y tenias tu vida resuelta. Tuvimos que borrar de la mente nuestro pasado, cual delito punible.
Si pensamos lo que pasó a la muerte de José Antonio con los falangistas que se opusieron a la unificación, podría haber una similitud.
- Ninguno tuvimos un “Plan B”, ni los falangistas condenados al ostracismo en 1937 ni los franco-falangistas de 1975 y posteriores.
Y así llevamos cuarenta años, intentando diseñar un “plan B” para devolver nuestras ideas a la modernidad imperante, intentando explicar con otras palabras, aquello que en nuestra juventud nos ilusionó y llenó de luceros y vigilias, de marchas y mochila, de azul y canción, de patria, justicia y pan.