Los mitos de Covaleda
Toca el cielo nuestro Olimpo,
por los pinares de Soria
sobre sus copas alzado,
como un atlante, el Urbión.
Y nacido en sus veneros
brota el muy joven Duruelo
que in crescendo se hace Duero
y de la Vieja Castilla, señor.
A la hora de diana de la aurora,
acaricia el río Duero dulcemente
la campa de Covaleda.
Y ante la sagrada Cruz,
lavando los pies sagrados
pide al Cristo bendición.
Nacido Él de una maroma
y de unos leños prendido,
vida eterna le aventura
y a su ya firme corriente,
pasión, ímpetu… y ternura.
Nunca olvidaron sus ondas
aquella hermosa divisa
siempre otrora pregonada:
Pan en la mesa de todos;
España joven y unida;
y por dignidad del hombre,
la Justicia.
Palabras de José Antonio,
que, como barcas de plata,
bogando por el manso Duero,
ardientes y cartesianas,
hacia el eterno futuro,
renovadas cada día,
…allá van.
Desde anhelos compartidos,
por voluntad del amor,
sobre el vértice sagrado
de nuestro mítico Urbión,
ha nacido y se ha prendido,
por los siglos de los siglos,
un lucero azul mahón.