El negocio en la economía de los cuidados
Publicado en primicia en el digital La Razón (Andalucía) el 24/05/2021. Enviado posteriormente por su autor a La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.
Este sector económico engloba al conjunto de actividades que tienen por objetivo cubrir las necesidades de atención a las personas, principalmente, menores, mayores y dependientes. Ha existido siempre, pero en las últimas décadas se ha enfrentado a dos grandes cambios que han coincidido en el tiempo: el envejecimiento demográfico de las sociedades occidentales y la decisión de muchas familias de «externalizar» el cuidado de las personas dependientes. Naturalmente no es la primera vez que se producen situaciones de envejecimiento demográfico en áreas específicas del planeta, pero sí la primera vez que la sociedad se dota de mecanismos para externalizar masivamente el cuidado de las personas dependientes. Esta situación se debe bien a que las obligaciones laborales no permiten ocuparse de quienes requieren cuidados, bien a que en los vínculos paterno-filiares se han ido borrando el deber moral de los afectos, bien a la profesionalización de quienes ofrecen estos cuidados, o bien a una combinación de todo lo anterior.
Paralelamente, el estado del bienestar entendido como el conjunto de mecanismos públicos que garantizan o facilitan el acceso a lo que se consideran derechos fundamentales, ha facilitado la transición desde un modelo de atención doméstica a otro externo fortaleciendo los sistemas de prestaciones públicas tanto para los dependientes como para sus cuidadores.
España ha asistido a este proceso casi al mismo tiempo que otras naciones centroeuropeas. Hemos desarrollado un mecanismo de provisión de estos cuidados en torno al que se genera una actividad económica no sólo importante sino que se espera creciente. Estas actividades no escapan, como tantas otras, de los cambios introducidos por la digitalización, la robotización y la inteligencia artificial. Muchos de estos cambios no son un futurible sino parte de las actuales atenciones que reciben las personas dependientes. Para ser más explícitos aún, los robots aplicados a la atención de las personas dependientes ni siquiera son parte del futuro sino del pasado. Están en evolución continua como muchas aplicaciones pero llevan ya décadas con nosotros.
La experiencia de las empresas españolas en esta economía de los cuidados tiene un muy amplio campo de desarrollo en China. En 2019 la proporción de mayores de 65 años en ese país era del 12,57%, para 2025, esa cifra podría alcanzar el 25% según el Ministerio de Asuntos Civiles. En China la edad de jubilación promedio está fijada en los 60 años para los varones y los 55 para las mujeres, aunque en el caso de ellas puede llegar a los 50, si ocupan puestos de trabajo que supongan un mayor desgaste físico. La esperanza de vida ronda los 76 años. En definitiva, de aquí a poco China tendrá a una parte de su población demandante de cuidados que representa casi tanto como la población actual de toda la Unión Europea. Emprender negocios en China no es tarea fácil, pese a que la nueva Ley de Inversión Extranjera (en vigor desde enero de 2020) no cambió la «negative list», esto es, la lista de actividades económicas que estaban vetadas a empresas extranjeras. Pero sí es cierto que los controles y trabas administrativas no lo ponen fácil. En 2019 China se encontraba en el puesto 46 del «Doing Business» de los 190 que conforman este «ranking» que elabora el Banco Mundial. El «tranking» clasifica los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios. Actualmente está en la posición 31.
Las relaciones entre las empresas chinas y las europeas de cara a emprender negocios se han visto también afectadas por la decisión de la Unión Europea de poner trabas a la adquisición por empresas chinas de empresas locales en sectores económicos sensibles. Las inversiones chinas son en buena medida «inversiones de estado» porque están realizadas por corporaciones de capital público. Juegan, evidentemente, con capacidades muy superiores.
Desde hace años se busca entre las autoridades europeas y chinas alcanzar una situación de «level playing field» o igualdad de oportunidades a la hora de operar en uno y otro lugar del mundo. Actualmente no se da esta situación. Pero que sea difícil emprender negocios no deja de ser un reto adicional para este sector emergente en el gigante asiático al que las empresas españolas del sector pueden aportar una larga experiencia.