Lo que Europa espera del gas español
Publicado en primicia por el digital El Debate (15/JUN/2022). Recogido posteriormente, con autorización del autor, por La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.
Desde que ejerciese como ministro de Asuntos Exteriores Francisco Fernández Ordóñez, las relaciones diplomáticas españolas vienen marcadas por cuatro ejes prioritarios; la integración europea, la proyección hispanoamericana, el vínculo atlántico y la solidaridad mediterránea. Parte del último eje incluye las relaciones con Marruecos y Argelia.
La segunda traición de España al pueblo saharaui –la primera fue en 1975– ha supuesto una vuelta de tuerca al abastecimiento de gas natural de nuestra nación. La anterior vuelta de tuerca se dio como consecuencia de cerrar la conexión de gas por Tarifa, una vez que el conflicto entre Argelia y Marruecos provocó el cierre de esta conexión, dejando únicamente operativa la tubería o gasoducto que une la costa de Almería con Hassi R'Mel; el yacimiento de gas más grande de Argelia y uno de los yacimientos de gas más grandes del mundo.
Pero el cambio radical en la cartera de suministradores de gas natural a España ha sido consecuencia de la coincidencia en el tiempo de dos conflictos esencialmente inconexos; el de Argelia con Marruecos y ahora también con España y, por otro lado, la invasión rusa de Ucrania. Como consecuencia de la reacción europea, esto produjo el posterior estrangulamiento del suministro de gas ruso a Europa del este y a Centroeuropa. El gran ganador de esta situación ha sido Estados Unidos, ahora convertido en principal suministrador de gas natural a España. Esto tiene una primera consecuencia en el precio del abastecimiento y un segundo comentario del que casi nadie se hace eco.
El precio del gas natural licuado suministrado a través de barcos metaneros viene marcado por el mercado asiático y oscila entre los 90 y los 100 euros por megavatio hora (€/MWh). El dato me lo aporta David Aguilera, uno de los principales expertos del sistema gasista español. Aunque poco trasciende sobre cuál es el coste exacto al que Naturgy compra el gas argelino suministrado por tubería, una estimación bien informada lo situaría en el entorno de los 25 €/MWh. Precisamente ahora se está negociando el nuevo precio, pues lo que sí debería estar garantizado es el compromiso de Argelia de seguir suministrando gas natural. Cuestión diferente es el precio del nuevo contrato con Naturgy, pero no el compromiso de suministro. En definitiva, EEUU se embolsa por cada barco que llega a los puertos españoles, un precio tres veces superior al que hasta ahora veníamos pagando a nuestro principal suministrador. De momento, el impacto de este sobre precio se va a parar por el límite de los 50 €/MWh que el gobierno español ha logrado sacar adelante para mantener el precio de la electricidad no muy por encima de los 110 o 130 €/MWh en el mercado mayorista.
El comentario que no debe pasarse por alto es que buena parte del gas norteamericano se obtiene mediante la técnica del fracking, que la muy ecologista Unión Europea (UE) decidió prohibir en su territorio por el negativo impacto medioambiental que conlleva. En definitiva, corramos un tupido velo siempre que la contaminación que nuestra demanda induce se produzca en otros países.
Pero la guerra de Ucrania ha puesto en valor las infraestructuras de gas natural de las que dispone España. El gas natural licuado para que se pueda volver a inyectar en tuberías necesita ser regasificado y nuestra Nación dispone de seis plantas regasificadoras que suponen casi la mitad del total de las operativas en la UE. España está entonces llamada a ser un actor energético clave si no fuese porque nuestra capacidad de bombeo de gas a través de los Pirineos no supera los 7 billones de metros cúbicos al año, una cantidad realmente pequeña si la comparamos con los gasoductos rusos ahora casi cerrados. Para ser exactos, el gas ruso que atravesaba Ucrania puede alcanzar hasta los 155 a través de los gasoductos Brotherhood, Soyuz y Progress. A esa cantidad habría que sumar otros 33 que se bombeaban mediante el gasoducto Yamal a través de Bielorrusia y hasta otros 110 miles de millones de metros cúbicos al año si se suman las capacidades del Nord Stream 1 y 2 aunque este último no entró en funcionamiento una vez invadida Ucrania.
La UE está determinada a lograr la desconexión del gas ruso y para eso ha aprobado el Plan REPowerEU, dotado con 210.000 millones de euros, que pretende lograr la citada desconexión antes de 2030. España aspira a obtener una parte considerable de estos fondos para que el operador gasista de transporte –Enagás– pueda desarrollar la mayor parte de las infraestructuras de interconexión con el resto de Europa que están sobre la mesa.
Al tiempo que España puede ampliar su potencia de bombeo de gas a la UE, sigue desarrollando capacidad de generación eléctrica renovable y, por tanto, reduciendo el espacio que ocupa el gas en la producción de electricidad. El desarrollo de tecnologías como la fotovoltaica es verdaderamente rápido. José Benjumea –del grupo Benbros– me contaba hace unos días que en unos 15 años el coste del megavatio fotovoltaico instalado ha pasado de 8,5 millones de euros a 500.000 euros. El desafío sigue siendo resolver el reto del almacenamiento, esto es, disponer de sistemas de generación eléctrica que no dependan ni de las horas de sol ni de la fuerza del viento. Esto pasa por las centrales hidroeléctricas reversibles, pero también, no se ignore, por espantar el fantasma de la moratoria de las centrales nucleares.
En definitiva, dos conflictos muy diferentes –Argelia y Ucrania– han puesto a España en el foco del tablero del suministro del gas europeo junto a otro ganador claro, EE.UU., precisamente una nación con una gran influencia sobre Marruecos y muy interesada en bloquear el avance de lo que hasta ahora nadie discutía como el gran binomio económico del siglo XXI; China y Rusia.
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