Caminando separados

Macarena Olona ha levantado por igual devociones y pasiones como provocado sentimientos contrarios, desafecto, impiedad y desapego...​​


​​Publicado en primicia en el digital ÑTV España (10/06/2023), y posteriormente en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 762 (16/JUN/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

Caminando separados

¿Caminando Juntos? Como diría la singular y universal manchega del Campo de Criptana, María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández, más conocida como Sara Montiel: ¡Pero qué invento es esto! Durante los últimos días he escuchado y leído, con suma atención y sereno análisis crítico, las diferentes entrevistas realizadas a Macarena Olona Choclán y, sin ningún disimulo, puedo afirmar que NO ENTIENDO NADA, de lo evidente al menos.

¿Ubi Sunt? ¿Dónde están? –traducción para los que hayan estudiado la ESO–. Ayer compañeros leales y cómplices de bancada, hasta diría que de trinchera política. ¿Hoy? ¿Qué ha pasado para llegar a este desenlace tan inesperado como incomprensible para el electorado de Vox? Objetivamente una cuestión está meridianamente clara, la postura de la alicantina encierra posiciones que van más allá de las puramente ideológicas y que, por otro lado, son más que evidentes, a la luz del argumentario manifestado públicamente por la musa de la nueva formación política.

¿Cómo y por qué se ha llegado a este punto? ¿Cuáles son las verdaderas razones que explican un cambio tan radical como singular por parte de la levantina? Todo apunta a que existen motivos personales que, aunque manifestados ahora, se han larvado en el tiempo meses atrás, antes de celebrarse los comicios regionales andaluces y de la parca cosecha electoral obtenida en el mediodía español.

No me duelen prendas al proclamar, sin pelos en la lengua, que siempre me pareció una mujer de raza, de encaste, de arrojo y coraje. He admirado su ardua y espinosa labor parlamentaria, siempre intrincada y extremadamente complicada. Siempre afrontó, con valor y singular bizarría, con gallardía y audacia, una tarea compleja, no pocas veces peliaguda, dura y enrevesada. En la mente de todos están las imágenes de los innumerables duelos dialécticos con sus oponentes en la Cámara, y no sólo del gobierno, repartiendo mandobles a la diestra y a la siniestra, nunca mejor dicho,

Estos recuerdos parecen muy lejanos en el tiempo, parece como si hubiese transcurrido mucho tiempo, pero no es así. Especulaciones, libres interpretaciones –en demasiadas ocasiones gratuitas y carentes de fundamento–, lecturas intrépidas, temerarias y osadas se prodigan por doquier dando palos de ciego acerca de lo ocurrido.

¿Cómo pueden cambiar las cosas tan rápidamente? Sigo sin entender el fondo de la cuestión. Lo cierto es que, pese a quien pese, Caminando Juntos no llega a escena en un momento oportuno para los propios, aunque sí para los extraños que, con una sonrisa etrusca disfrutan las mieles de la división generada. Para los propios, es decir, para aquellos ideológicamente afines a quién fue el azote de la izquierda y del independentismo en el Congreso de los Diputados, la perplejidad es mayúscula. Son incapaces de reconocer a esta mujer valiente y capaz, de verbo fácil y oratoria aguda, que parece haber sufrido una metamorfosis indescifrable e imposible de describir e interpretar por sus acólitos e incondicionales –ahora menos, después de la espantada protagonizada–. El cambio operado, el transformismo evidenciado, es muy sorprendente –incluso estridente–, muy difícil de digerir para los muchos seguidores y admiradores que ha tenido. Su predicamento arrastraba no pocas simpatías entre los votantes de Vox, siempre reconfortados por su sutileza y retórica, tan brillante como bien construida, exhibida durante sus comparecencias parlamentarias y apariciones mitineras. La sorpresa ha sido mayúscula, el desconcierto también. Y, como es lógico, el cabreo es monumental en la parroquia de la derecha hispana.

Dimes y diretes, cotilleos, chismorreos, habladurías, chismes y murmuraciones se han generado en buena lid. Yo tengo una lectura personal bien argumentada e ilustrada al respecto. Conozco cómo se vive el día a día en la trastienda política. Es un mundo de egos, vanidades y orgullos soberbios. Un exceso de autoestima, una dosis alta de arrogancia, altivez e inmodestia, siempre presuntuosa y engreída, da para muchas amistades peligrosas y enemistades envidiosas. Los celos, la pelusa, el resentimiento y la animosidad, dan lugar al rencor, la rabia, el disgusto y el resquemor, todo ello disfrazado de disimulada y silenciosa indiferencia y conformidad.

Macarena Olona ha levantado por igual devociones y pasiones como provocado sentimientos contrarios, desafecto, impiedad y desapego. Las razones de su retirada –casi huida– y ahora de su vuelta al ruedo político, sin ninguna sombra de duda, trascienden a lo meramente ideológico, por mucho que se quiera vestir al santo. La altiva alicantina dice que Vox no es una opción, y yo me pregunto ¿Caminando Juntos qué es? No representa ninguna opción de unidad, más al contrario, proyecta una fragmentación, una división y una fractura muy conveniente para una izquierda muy necesitada de éxitos electorales. Su irrupción no ha sido sorprendente, pero sí inconveniente y poco prudente, dados los actuales terrenos que se pisan en la política patria. Quizá más tarde, con mayor maduración y asentamiento, en un ejercicio de prudencia, continencia y madurez, podría ser una opción a tener en cuenta. Hoy no lo es.

Desalojar a Pedro Sánchez y a sus huestes anti españolas del palacio de La Moncloa y del ejecutivo del todavía Reino de España, es una prioridad, una urgencia convertida en causa de estrategia política, fin último ansiado por muchos compatriotas. No se puede desaprovechar la ocasión, no se puede dejar escapar la coyuntura creada. La conjunción de factores es muy propicia para un cambio político en nuestra Patria –con mayúscula–. Caminando Juntos supone lo contrario que predica, es decir, Caminando Separados, divididos y enfrentados. Su discurso requiere pedagogía y un esfuerzo expositivo que requiere tiempo, no improvisación y repentización. La impremeditación es irreflexiva, impredecible y de pronóstico poco conveniente. Lo inesperado es inadecuado, nada propicio y en absoluto adecuado, por mucha naturalidad espontánea que pueda fingir.

Ahora hay que apretar las filas y afrontar el reto de derribar al gobierno que está maltratando a España y a los españoles. No es momento de hacer experimentos