Las letras silenciadas. Escritores del siglo XX olvidados o pasados por la censura.
Autor José María García de Tuñón Aza, Editorial ASTIGI, Sevilla, 2020, ISBN 978-84-122303-6-9, 392 páginas, 19´95 euros. [Comprar libro]

Como afirma Manuel Parra Celaya, en su brillante prólogo a esta interesante obra, la cuchilla de la censura se ha cebado en especial en la historia –que ya tiene verdades oficiales– y en la literatura y sus protagonistas. Son demasiados los nombres que han quedado sepultados en el olvido, bajo una gruesa capa de cemento profiláctico que, paradójicamente, lleva el apelativo de democrático.

El mismo prologuista continúa denunciando que, en unos casos, se acude a la amputación descarada de aquellos aspectos de los autores o de las obras que resultan non gratos a las corrientes hoy dominantes y, también, al disimulo y ocultación de las biografías. En otros, sencillamente el silencio: no han existido. En algunos, por último, a la tergiversación. Existe un descarado maniqueísmo, que solo rescata a las figuras utilizables y descarta todas las demás.

En contraste con la situación descrita, José María García de Tuñón Aza, fiel a las exigencias del hombre de letras, ha dedicado su atención a una selecta relación de escritores españoles que bien merecen ser recordados, mal que le pese a quienes pretenden sumirlos en el olvido histórico. A tal efecto, se ha dejado llevar exclusivamente por el único criterio válido para el estudioso y el investigador: la calidad literaria de los autores, sin distingos sectarios ni partidistas.

Siguiendo un orden de exposición alfabético por apellido, el autor se detiene en sus comentarios sobre las figuras de: José María Alfaro, José Antonio Balbontín, Pío Baroja, José María Castroviejo, Álvaro Cunqueiro, Agustín de Foxá, Carmen de Icaza, María de Maeztu, Miguel de Unamuno, Adriano del Valle, Gerardo Diego, Eugenio d´Ors, Concha Espina, Mercedes Fórmica, García Lorca, Miguel Hernández, María Teresa León, Manuel Machado, Eduardo Marquina, Jacinto Miquelarena, Leopoldo Panero, Ángel María Pascual, Dionisio Ridruejo, Romero Murube, Samuel Ros, Luis Rosales, Luys Santa Marina y Luis Felipe Vivanco.

Es decir, una reconocida pléyade de escritores, todos ellos de exquisita sensibilidad; los hay hombres y mujeres, así como de cualquier tendencia política (de extracción falangista, comunista, monárquica, republicana…). En ningún momento, García de Tuñón se aferra a sus convicciones personales y políticas (que, obviamente, las tiene) para alabar o criticar a quien considera que no lo merece. Su trabajo es de una atractiva independencia, lamentablemente hoy día no frecuente. El faro que le guía es la calidad literaria y esa luz irradia sobre la obra que traemos a colación.

Al mismo tiempo, en toda ella se aprecia su excelente formación literaria, así como las numerosas jornadas dedicadas al estudio y la lectura, dos pilares básicos en la tarea de un buen investigador. Las ochocientas notas a pie de página sirven para dar una idea aproximada de lo que el lector tiene en sus manos.

Una obra seria, rigurosa y cuidada, cuya lectura me permito recomendar para las fiestas que se aproximan.

Las letras silenciadas.  José M.ª García de Tuñón Aza.

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