Ayuso: el error de Sánchez
No considero al presidente del Gobierno especialmente inteligente ni leído, pero sí un tipo listo que sale adelante con mañas (...) Fue el momento en que no logró poner bridas a su soberbia y, de pronto, decidió abrir un frente de guerra contra Isabel Díaz Ayuso. Grave error.
Publicado en El Debate (16/MAR/2024), y posteriormente en El mentidero de la Villa de Madrid (12/MAR/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Nuestro presidente está nervioso, pero en su línea: hace lo que antes negó y deja de hacer lo que anunció. No tiene Presupuestos y la salida, según repitió a Rajoy, es convocar elecciones. Lo ha olvidado. Y acaba de aplaudirse a sí mismo por la aprobación de una amnistía que consideró reiteradamente inconstitucional hasta que se vendió –y nos vendió– a Puigdemont. Me juego un cocido en Lhardy a que esa ley no tendrá el recorrido que esperan. Todavía creo en la Justicia. Mientras, Sánchez vuelve a su clásico: atacar a Ayuso.
Espero que se abra una investigación sobre Marisu Montero, el trabalenguas de Hacienda, y sobre la Agencia Tributaria. O que le den un homenaje los videntes. Sabía con cinco horas de antelación las informaciones que ofrecerían los medios de comunicación sobre detalles del seguimiento a un ciudadano por sus declaraciones fiscales, que la ley considera confidenciales. Hay que saber si la vicepresidente y ministra es vidente o recibió información que debía utilizarse contra Ayuso, que por cierto no conocía a su pareja en aquella época.
Los inspectores de Hacienda y los funcionarios de la Agencia Tributaria están sorprendidos y piden transparencia. Que haya quienes se consideren a un lado del muro que proclamó Sánchez, no lleva a que los del otro lado incumplan las leyes, aunque la amnistía, que supone amnesia sobre delitos, no tranquiliza. Y si se ponen a investigar que se sepa que pasó con Tito Berni, que anda por la calle, y toda su trama, y qué es de Koldo, Aldama y los demás. Incluidos ministros. Y, ya puestos, a ver si sabemos hasta dónde llegó el papel de mediadora de doña Begoña aprovechando la buena relación que mantiene con el que manda, que no se inhibe en los Consejos de Ministros aunque se traten intereses caseros.
No considero al presidente del Gobierno especialmente inteligente ni leído, pero sí un tipo listo que sale adelante con mañas. Siguiendo su trayectoria y leyendo sus libros (ya sé que las palabras las pone Irene Lozano) esa viveza que le suponía se me derrumbó. Fue el momento en que no logró poner bridas a su soberbia y, de pronto, decidió abrir un frente de guerra contra Isabel Díaz Ayuso. Grave error.
Supongo que cuando Sánchez comenzó a dar alas a su error Ayuso nadie le informó de con quién se jugaba los cuartos, pero el tiempo debería haberle hecho recapacitar. Mira que han pasado cosas y el residente en Moncloa erre que erre a por la presidente de la Comunidad de Madrid. Entonces sus asesores, probablemente incluido el principal, Félix Bolaños, hoy triministro, no conocían a aquella joven política con más dídimos que un gladiador, decisión a prueba de halagos o insultos, firmes convicciones y ralea para defenderlas.
Bolaños debería haber buscado datos sobre Ayuso y no inventarlos, al menos desde que intentó colarse en la presidencia de un acto en Sol y una amable encargada de protocolo le dijo que nones. Se cuentan por decenas los episodios en los que Sánchez ha intentado hacer daño a Ayuso, incluso complicando a su hermano y utilizando cartas marcadas, como el caso del engaño de Bolaños a García Egea, con la connivencia, por inacción, de Casado. No fue Ayuso quien cayó. Y, en medio, falsedades sobre su padre y hasta ataques por recibir una distinción como antigua alumna de su Facultad, utilizando siempre a la brigada mediática para todo lo que pudiera dañarla política y personalmente.
¿Cuántas veces ha zaherido Sánchez a Ayuso desde su escaño de presidente? Y siempre mintiendo. Hasta en viajes al extranjero utiliza la tribuna desde la que representa a España para atacar a Ayuso. Igual que la portavoz del Gobierno en sus comparecencias tras los Consejos de Ministros. Una continuada desvergüenza.
Sus ataques a Ayuso son un grave error de Sánchez. No se percata de que frente a ella no tiene nada que hacer. Él no puede salir a la calle sin ser abucheado, y a Ayuso la jalean como a un maestro saliendo a hombros por la puerta grande. Cada vez que Sánchez la fustiga y la envuelve en mentiras vejatorias, quien pierde es él. Ayuso gana. Me sorprende que desde su soberbia no lo vea, pero me alegra que siga en la inopia. Ya consiguió que el PSOE sea tercera fuerza política en Madrid. Que siga así, que persevere, y acabará peor. Le ocurrió a Pablo Iglesias, el tabernero de Lavapiés. Aunque para el inefable Tezanos los tabernarios son de derechas.