Guinness de estultos y malvados
Gracias a la entrega de esforzados palmeros de Sánchez podemos destacar, y con mucha ventaja, en la cucaña de los récords en estas especialidades.
Publicado en El Debate (16/DIC/2023), y posteriormente en El mentidero de la Villa de Madrid (19/DIC/2023). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Hace años visité a la oveja Dolly disecada en el Museo Nacional de Escocia, en Edimburgo; fue el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Un récord de la ciencia, concretamente de los científicos Wilmut y Campbell. Su nacimiento, que se ocultó varios meses, se produjo el 5 de julio de 1996; vivió en el Instituto Roslin de Edimburgo, tuvo seis hijos y murió a los seis años, en 2003, de un cáncer de pulmón. Ya está a la venta el libro Guinness World Records 2024 y la memoria me lleva a aquel récord vivo de Dolly.
En España nuestros Guinness suelen ser deportivos, de longevidad, de circo, de fuerza, de cata de bebidas, de solución de puzles, de cocinar una paella para miles de comensales o de conseguir el bocadillo de jamón más grande del mundo. Nuestros Guinness reconocen el talento, el esfuerzo y la habilidad, pero no responden a avances científicos. Y creo que ha llegado el momento de presumir de lo que nadie presume: la estulticia y la maldad. Podemos conseguir récords en estas especialidades gracias a la aportación generosa del presidente Sánchez.
¿Quién va a osar discutir hoy a la política española estos atributos –la estulticia y la maldad– comúnmente indeseables? Gracias a la entrega de esforzados palmeros de Sánchez podemos destacar, y con mucha ventaja, en la cucaña de los récords en estas especialidades. ¿Quién negaría el Guinness al estulto conociendo grabaciones encendidas de Patxi López y de Óscar Puente o entrecomillados de rotundas frases de Marisu Montero y de Sira Rego? ¿Quién discutiría el Guinness a la maldad política a Félix Bolaños, que tuerce cada declaración para atacar a la oposición sin venir al caso y mintiendo? Y tengo la duda metódica sobre a qué especialidad habría que presentar a Francina Armengol. En este caso la estulticia propicia la maldad.
Armengol ordenó, indebidamente, retirar del Diario de Sesiones una referencia del diputado Abascal sobre el golpe de Estado que aparece en los periódicos un día sí y otro también. Negó la libertad de expresión en el Congreso. Sin embargo, permitió a la diputada Nogueras insultar y amenazar a jueces mencionando sus nombres, lo que es, además de reglamentariamente improcedente, moralmente imperdonable. El fiscal general del Estado se taponó los oídos, que es lo suyo. Armengol actuó desde la frase bíblica «ser fuerte con el débil y débil con el fuerte». El débil para ella era Abascal y la fuerte Nogueras, que lleva en su bolso los votos que necesita Sánchez. Por eso Armengol no dijo ni pío. A los amigos se les permite lo que quieran. Armengol olvida que es la presidente de todos los diputados.
El nuevo Patxi López –cómo ha cambiado y no para bien– cumple su sumisión al jefe, pero Óscar Puente se pasa. El jefe le lanzó un aviso que me temo no detectó. Fue cuando Sánchez habló de los estilos de ambos. No se debe ser soberbio junto a un soberbio ni egocéntrico junto a un egocéntrico. Puente ya irá conociendo la política nacional. Y, por ejemplo, se enterará de que un ministro no debe eludir reunirse con el consejero de su ramo en una Autonomía. López y Puente son claros candidatos al Guinness. Se lo ganan cada día.
Los merecedores de entrar en el Guinness de estultos y malvados son más y no están lejos de los citados. Algunos se mostraron partidarios de guillotinar al Rey, otros desearon la muerte de Aznar, Aguirre o Rajoy. Todos esos casos, y más, fueron considerados ejemplos de libertad de expresión. Ahora llevan a Abascal al juzgado por una frase al parecer gravísima. La libertad de expresión existe según para quién.
¿Y qué Guinness propondríamos para Sánchez? Le cuadran los dos citados: estulticia y maldad. Lo último, de momento: es el primer presidente de turno del Consejo de la UE que abandona el Parlamento Europeo mientras le responde desde la tribuna el líder del partido mayoritario, Manfred Weber. O sea: Guinness también a la mala educación. En el libro que ha firmado –y no ha escrito– anota: «Siempre que salgo a la calle recibo mucho cariño, y la gente me anima, me da fuerza y siento su empatía…» lo que supone que vive engañado por sí mismo. Podría recibir el Guinness del hombre en las nubes. En aquellas nubes que supervisaba Zapatero, claro.
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