Juan Velarde: falangista y liberal
Autor.- Juan Elorza: En el tardofranquismo, su ayuda silenciosa a la hora de ‘remover obstáculos’, tuvo mayor alcance de la que habrían de reconocer luego los beneficiados...
Publicado en primicia en el digital El Subjetivo (8/02/2023), y posteriormente en las revistas:
El mentidero de la Villa de Madrid núm. 723 (21/FEB/2023). Ver portada El Mentidero
Gaceta de la Fundación José Antonio, núm. 366 (MAR/2023). Ver portada de Gaceta FJA
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Un cambio de domicilio, personal y administrativo -la separación de Económicas y Políticas en la UCM- y posiblemente luego una injerencia viperina que evoqué hace poco, me llevaron a perder contacto para siempre con Gonzalo Anes. Era entonces un hombre dotado de un notable sentido del humor, que prefería acceder a mi casa subiéndose al árbol del jardín, antes que por la puerta. Le recuerdo comentando la decoración revolucionaria que exhibía nuestra Facultad en la primavera del 68. Aquello era, sin duda, a su juicio, una delegación en España de la República de Vietnam del Norte, tanto por los mensajes revolucionarios de los carteles como por la sucesión de actos que culminaron el 18 de mayo en el famoso recital de Raimon.
En aquella circunstancia, le tocó al vicedecano Juan Velarde asumir el decanato en momentos difíciles, por ausencia táctica del decano efectivo, tratando de evitar el mal trago de la entrada de la policía a la Facultad. Le recuerdo, en este sentido, negociando a dos bandas desde el despacho decanal con dos líderes estudiantiles, uno de ellos Jaime Pastor y con el jefe de la Brigada Político-Social, Saturnino Yagüe, para tratar de evitar el asalto policial. «Si los estudiantes quitan los letreros de ‘Franco asesino’, ¿no entráis?», ofrecía Velarde. En otra ocasión, me contaba él mismo, tuvo que acudir de noche a la Facultad, porque los estudiantes se habían encerrado y los policías preparaban la entrada. Involuntariamente, los faros de su coche iluminaron a la masa de sociales reptantes, que estrechaban el cerco. Un curioso espectáculo. Y cumplió su objetivo.
Creo que fue Fabián Estapé quien bautizó a Juan Velarde como un «falangista liberal». Y era ambas cosas. Cuando en el primer Gobierno de Adolfo Suárez ocupó el puesto de director general, los visitantes podían sorprenderse al ver presidida su oficina por una gran reproducción del testamento de Franco. Nunca renegó de sus orígenes y siempre exhibió su competencia técnica como economista para explicar el tránsito desde su posición, ya de alto cargo, en el Instituto de Estudios Laborales en el Ministerio de Trabajo durante el tardofranquismo, al mantenimiento de rango similar con la UCD. Claro que desde semejante enfoque, un cierto cocktail de contrarios resultaba inevitable. Cuando hacia 1965 me incorporé al organismo de su dirección para labores sociológicas, allí te encontrabas al futuro ministro socialista José María Maravall, a un extraño pensador crítico (y pasivo) Antonio Gimeno, a una hija o sobrina del jefe de la Casa Militar del Generalísimo, a un personaje polifacético de apellido Montes, ultrafranquista, ayudante de Facultad de día, de noche social -lo cual filtré a la Facultad- y a un profesor adjunto también del régimen, Enrique Martín López. Seguir leyendo... (enlaza con El Subjetivo)
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