Algunas reflexiones históricas
11/09/2021. Autor.- Jaime Bellet. España, siempre que ha tenido un hilo conductor que ha hecho que todos los ciudadanos remaran en una misma dirección, ha prosperado.
Publicado en la revista Lucero, núm. 144, 3er. trimestre de 2021. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa.
A tenor de las leyes de memoria histórica y democrática, a los 80 años del final de la guerra civil, conviene hacer algunas puntualizaciones. En primer lugar, fue una guerra fratricida y, como todas las guerras civiles, en ambos bandos se cometieron infinidad de atrocidades y asesinatos. Cabe pensar que, de no haber sido por las intervenciones extranjeras, quizás hubiera durado muchos menos, acaso semanas o meses.
De otras guerras, como las carlistas o la Campaña de África, apenas se habla; hay que recurrir a las obras de Pedro Antonio de Alarcón o de Galdós para evocarlas. ¿Por qué ya no se habla de ellas? Porque sus protagonistas, y los hijos y los nietos de ellos hace tiempo que dejaron este mundo. Lo mismo pasará con nuestra guerra civil, de la misma manera que con cualquier otro acontecimiento histórico.
Los dos intentos republicanos terminaron en estrepitosos fracasos; concretamente, la Segunda, con la fraudulenta llegada del Frente Popular al poder en 1936, dio lugar a la anarquía y al desenfreno. Hubo un deterioro galopante y progresivo de la seguridad y de la propia vida; la sociedad estaba enferma y los valores tradicionales habían dejado de existir.
Tras la guerra civil, España estaba arruinada y desangrada; con todo, de haber cambiado de signo la victoria, hubiera seguido el rumbo de los Estados que, después de la Segunda Guerra Mundial, quedaron tras el telón de acero. Hubo miles de españoles que se exiliaron, preferentemente a Francia o a México, pero los más humildes tuvieron que penar en los campos de concentración franceses, y, algunos, se sumaron a la lucha contra los alemanes; otros, sencillamente, se quedaron en España y contribuyeron a su resurgimiento.
Con el esfuerzo y el trabajo de todos, España se fue recuperando, y, en los años 60 y 70, llegó a ser la décima potencia industrial a nivel mundial, todo ello bajo la dictablanda de Franco. Es cierto que otros miles salieron a trabajar al extranjero, donde los sueldos eran más elevados, con no pocas privaciones y sacrificios, pero jamás fueron a la aventura, ni esperando la caridad de nadie. El régimen de Franco llevó a cabo una política progresista en lo económico, adelantándose a las futuras realidades del Estado del bienestar, y, por cierto, desde su fallecimiento en 1975, pocas obras y proyectos de envergadura se han llevado a cabo.
España, siempre que ha tenido un hilo conductor que ha hecho que todos los ciudadanos remaran en una misma dirección, ha prosperado. Sería injusto obviar que, a pesar de que el Instituto Nacional de Previsión fue creado en 1913, hasta el franquismo no llegaron a aplicarse sus coberturas ampliamente: Seguridad Social para todos los trabajadores y familiares a su cargo, jornadas laborales de ocho horas durante cinco días a la semana, pagas extras, pensiones de jubilación, viudedad y orfandad…, así como la universalización de la Enseñanza y toda una serie de conquistas sociales.
Sin ánimo de hacer demagogia ni justificar lo injustificables, hay que reconocer todo ello. Por mucho que se empeñen los políticos advenedizos, ignorantes y demagogos, esas son las realidades que demuestra la historia. ¿Habría merecido la pena que el Alzamiento Nacional hubiera fracasado y que aquel Frente Popular hubiera ganado la guerra?