Espa帽a, aserto prepol铆tico
Al igual que el patriotismo, muchos otros aspectos dependen de que se haya alcanzado el supuesto consenso para ser investidos como verdaderos.
鈥嬧婸ublicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid n煤m. 791 (29/AGO/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Raz贸n de la Proa (LRP) Recibir el bolet铆n de LRP.
Nos viene de muy lejos, concretamente de aquel siglo XVIII y del profeta del liberalismo, J.J. Rousseau, la especulaci贸n de que no existen verdades permanentes, sino que, en todo caso, pueden calificarse como tales 鈥sin el car谩cter de permanencia鈥 a las conclusiones a las que hayan llegado las mayor铆as, previamente convencidas por ciertas minor铆as. Traducido a t茅rminos m谩s actuales, solo el consenso (Habermas dixit) puede establecer la categor铆a de verdad; de este modo, la identificaci贸n afectiva y racional con lo que anta帽o se denominaba patria solo tiene raz贸n de ser si esta queda definida y delimitada por un texto legal obtenido supuestamente por consenso. Naci贸 de este modo el patriotismo constitucional, que campea en Europa y que fue tan bien acogido en Espa帽a por el PP y el PSOE.
Al igual que el patriotismo, al que me refiero en concreto en este art铆culo, muchos otros aspectos dependen de que se haya alcanzado el supuesto consenso para ser investidos como verdaderos y, por tanto, alejados del error en el que se han sumido las minor铆as d铆scolas; la 茅tica, la moralidad, la antropolog铆a, la propia historia鈥 dependen del consenso obtenido. Todo es relativo, y apuntamos que de ah铆 nace la correcci贸n pol铆tica que agobia a las sociedades occidentales. Pero cada d铆a cunde m谩s la sospecha de que el famoso consenso es prefabricado; se trata, ni m谩s ni menos, de 芦un mito pol铆tico al servicio de las oligarqu铆as pol铆ticas y sociales que se presentan como representantes de la sociedad禄 (Alberto Buela).
Uno ha pasado de esa sospecha a la convicci贸n de que las palabras del pensador argentino son pura realidad; y sostiene que existen verdades por encima del consenso pol铆tico, es decir, verdades prepol铆ticas, lo diga Agamen贸n o su porquero.
En primer lugar, la existencia de Dios, por supuesto, y, de ah铆, el derecho a la vida (cuestionado precisamente por el supuesto consenso de algunas leyes en vigor), los valores permanentes y eternos, irrenunciables, del ser humano: su dignidad, su libertad, su apertura a la trascendencia), la decisiva importancia de la instituci贸n de la familia en la sociedad, el papel de la educaci贸n, el respeto a la intimidad鈥, y los propios derechos humanos, complementados necesariamente por los deberes humanos. Curiosamente, los defensores a ultranza del consenso (que son herederos de aquel prohibido prohibir del siglo pasado) son los m谩s intervencionistas y celadores a la hora de invadir 谩mbitos personales, llegando a extremos que no se hubiera atrevido el m谩s conspicuo totalitarista de anta帽o.
Ya dej贸 dicho Ratzinger que 芦tambi茅n las mayor铆as pueden ser ciegas e injustas禄, de forma que, apr茅cienlo los m谩s o los menos, siempre quedar谩n en pie presupuestos previos a la pol铆tica y a sus pactos y derivaciones. Entre ellos, Espa帽a, como concepto, idea y realidad que va mucho m谩s all谩 de cualquier patriotismo constitucional y de cualquier consenso habido o por haber.
Sin embargo, la versi贸n oficial de la Espa帽a actual tambi茅n est谩 siendo convertida en objeto de consenso, en concreto el que consigan los pactos, acuerdos o burdos chantajes con los que se niegan a considerarse espa帽oles y procuran, con luz y taqu铆grafos, la desintegraci贸n de Espa帽a. Al llegar a este punto, dejo a la imaginaci贸n (que no a la fantas铆a) del lector cualquier tipo de escenario al que se pudiera llegar en el futuro.
No hace falta, por otra parte, descubrir que los consensos son despu茅s ampliamente publicitados, y ya sabemos que la repetici贸n de una mentira la convierte autom谩ticamente en verdad, como dijo alguien, que no recuerdo si fue Goebels o Lenin, pero tanto monta.
驴Es Espa帽a discutible como realidad hist贸rica, jur铆dica, actual y como herencia transmisible a sucesivas generaciones? Pues parece que va a depender del consenso. S铆, ya sabemos que el art铆culo 2潞 del t铆tulo preliminar de la Constituci贸n es taxativo, pero, al igual que tantos otros contenidos de la Ley, puede ser objeto de interpretaci贸n interesada, de manipulaci贸n o de sibilina reforma. 驴Cu谩ntos espa帽oles levantar铆an hoy la voz en el caso de que, mediante un retorcimiento leguleyo, se pusiera en entredicho la integridad de la naci贸n?
Acaso los disconformes con la tropel铆a perdieran la votaci贸n, esa que ganar铆an los que, convenientemente adoctrinados y sometidos al influjo de los medios y de la adulteraci贸n en las aulas, apoyar铆an un consenso logrado tras arduas conversaciones; todo ello en buena l贸gica roussoniana y habermiana. Ello significar铆a, en esa l贸gica, que est谩n equivocados esos disconformes 鈥損ueden imaginarse los adjetivos descalificadores鈥 , pues la verdad corresponder铆a a esa mayor铆a que ha aceptado la maniobra.
A modo de ejemplo, se me ocurre que el primer paso consensuado ser铆a ese Estado federal asim茅trico, contenido en el ADN de los Zapatero y los S谩nchez; ello dar铆a lugar, sin duda, a una formulaci贸n confederalista, y, de ah铆, como consecuencia, a las secesiones bendecidas por el consenso. Otra f贸rmula, que seguro ya est谩 en el mag铆n de los pol铆ticos, es la legalizaci贸n de las consultas de autodeterminaci贸n no vinculantes, tambi茅n como primer estadio consensuado.
Sea como sea en ese futuro imperfecto que parece asomar, uno seguir谩 entendiendo a Espa帽a como verdad prepol铆tica; y conf铆a en que otros muchos espa帽oles lo reafirmen de los modos en que haya lugar.