Que trata del clero
No es nada nuevo la claudicación de algunas jerarquías ante desafueros políticos: profanaciones de sepulturas y retiradas de cruces y placas de patriotas y mártires de la Iglesia han ido jalonando nuestros días.
Publicado en la revista El Mentidero de la Villa de Madrid (21/MAY/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Dice un viejo chascarrillo, atribuido a Agustín de Foxá (y posiblemente apócrifo como tantos otros) que los españoles siempre vamos al compás de los curas, sea delante con un cirio o con un palo detrás. Y dos noticias de prensa me lo han recordado, no solo por lo que puedan tener de anécdota, sino –y esto es más grave– por lo que puedan alcanzar el rango de categoría para los creyentes, cuyo conjunto conforma la Iglesia católica, no lo olvidemos, por mucho que la ignorancia, los atavismos o la mala gaita la confundan con solo una parte, la de los ordenados o de la de la jerarquía.
La primera de estas noticias se refiere a un supuesto cisma que han protagonizado las clarisas de Belorado; claro que no se puede hacer mucho caso de todo lo que se escribe en los medios sobre estos temas, a veces por casos escandalosos como el que nos ocupa, a veces por cualidades lenguaraces e incontinentes de algunas de las mencionadas jerarquías; ya sabemos, además, que a muchos periodistas les gustan más los escándalos que a un tonto un lápiz (sea dicho sin intención de crítica política)…
Pues, siguiendo con la noticia citada, resulta que las monjitas de Santa Clara de esa localidad se han declarado fuera de la obediencia debida al obispo de Burgos y han tomado como líder o coach a un señor que fue excomulgado hace cinco años: el motivo de la rebelión monjil parece ser de carácter inmobiliario, pues se basa en compraventa de conventos, y de matiz comercial, por el veto a que vendan sus primorosos dulces; claro que la cosa parece tener más envergadura, pues las rebeldes y cismáticas hermanas no reconocen más papa que a Pio XII, que Dios tenga en su Gloria. Si no constituyera una falta de respeto, diría que el asunto –como se dice en La Mancha– es para mear y no echar gota.
El tema parece sacado de las páginas de la historia de nuestros Siglos de Oro, cuando parecían abundar las iluminadas y las falsas milagreras –amén de otras desviaciones más humanas y carnales– y el tribunal de la Inquisición andaba ojo avizor; uno tiene la convicción de que aquel tribunal, tan desacreditado por el romanticismo decimonónico, era más inteligente de lo que nos han transmitido las tergiversaciones modernas; lo cual no quiere decir que no errara en ocasiones, por humano, y metiera la gamba en ocasiones, como se puede comprobar en los casos de fray Luis de León, santa Teresa o, más modernamente, de Gaspar Melchor de Jovellanos. En fin, dejemos aquí la reseña de esta curiosa noticia de prensa y confiemos en que las aguas vuelvan a su cauce, sin intervención de nuevos illuminati, como parece ser el señor que fue excomulgado en su día.
La segunda noticia se refiera al bisagrazo que ha protagonizado el Obispado de Getafe en supuesto acatamiento a la ley de memoria democrática, cediendo a las constantes presiones del ayuntamiento socialista de esa localidad con respecto a la placa que existía en el monumento al Sagrado Corazón de Jesús; hay que recordar que, cuando el consistorio de marras votó, en 2016, para que fuera retirada la inscripción, los ediles representantes del Partido Popular y de Ciudadanos se abstuvieron ladinamente, y solo Vox votó en contra del acuerdo que exigía la retirada de esa placa, a lo cual ahora ha accedido el obispado.
¿Y que decía la placa? Textualmente:
«El primer viernes de agosto de 1936 fue profanado y volado este monumento. Francisco Franco, Caudillo de España, ordenó la construcción del nuevo, que inauguró el 25 de junio de 1965, renovando la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús».
Se puede encontrar en ese texto de la desaparecida placa alguna mención denigratoria a quienes profanaron y volaron el monumento, después de fusilar la imagen del Cristo que presidía el monumento? ¿Pueden ser objeto de censura y destrucción, al modo orwelliano, las fotos en que se ve a los milicianos apuntando con sus fusiles a esa imagen?
¿Es mentira que fue Franco quien ordenó la nueva construcción y en 1965 renovó la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, siguiendo la estela de Alfonso XIII? ¿Qué demonios tiene que hacer la memoria democrática del Gobierno de Pedro Sánchez con la mencionada placa?
No es nada nuevo la claudicación de algunas jerarquías ante desafueros políticos: profanaciones de sepulturas y retiradas de cruces y placas de patriotas y mártires de la Iglesia han ido jalonando nuestros días, sin que los ordinarios del lugar hayan movido una pestaña. En fin, espero que algún día no se escapen del juicio de Dios, mucho más justo, aunque misericordioso, que el de muchos de los actuales ciudadanos españoles que contemplan con estupor esos casos.
Y, para no dar la razón entera al chascarrillo mencionado al principio, esperemos que no vuelvan los palos a ir detrás de los curas, por mucho que algunos de ellos se hayan hecho acreedores a ello, por sus constantes melindres y cucamonas para quedar bien con los infaustos poderes terrenos que tanto nos agobian.