Burla en el zulo
La imagen de Pedro Sánchez en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, en el interior de la réplica del angustioso zulo donde Ortega Lara permaneció secuestrado 532 días, es una de las burlas más hirientes que cabe hacer a estas víctimas por un altísimo representante del Estado. El mismo Pedro Sánchez, cuyo Gobierno está sostenido por los votos de sangre de los amigos de los etarras, y que, como pago, no deja cada viernes de acercar a los criminales a las cárceles más próximas a sus familiares.
Y no menor burla fue también la presencia del lehendakari, Íñigo Urkullu, del PNV: un partido que propició con sus ambiguas políticas una parte importante del horror padecido en el país vasco, al aprovecharse de la situación generada («Unos mueven el árbol y otros recogemos las nueces») y consentir en la forzada marcha de unos doscientos mil vascos fuera de su tierra porque peligraban sus vidas.
Y en el mismo ignominioso saco cabe meter a la mayoría de la clerecía vasca de aquella época, que durante décadas omitieron el apoyo y consuelo cristiano a las víctimas y a sus familiares, incluso negándose a celebrar funerales por sus almas.
Pese a los años transcurridos, no pocos guardamos memoria histórica muy viva de todo lo que sucedió y de quiénes fueron los responsables, porque además prácticamente ninguno ha pedido perdón por sus tremendas acciones. Memoria, verdad, dignidad y justicia.