Entre la memoria histórica de interesada amnesia selectiva y la cirugía estética que se han practicado casi todos los partidos, no resulta fácil reconocer al prójimo político en España. Como sucede con los nacionalistas vascos del PNV: hijos del orate Sabino Arana que basó gran parte de su estrafalaria y racista ideología redentora en odiar al resto de españoles porque los consideraba inferiores bestezuelas libidinosas, cuya influencia constituía una seria amenaza contra la virtud del pueblo vasco.

Con ideas tan sublimes como éstas, ignorando siglos de historia común, agitando una bandera copiada de la británica, utilizando la lengua vasca como instrumento de enfrentamiento y tomando como guía todo lo que pudiese separarles del resto de España, fueron inventando una nación que, bajo el nombre de Euskadi no solo ha perdurado, sino que se ha impuesto a precio de mucha sangre hasta hoy. La actuación de este partido en la guerra civil, pactando su rendición ante las tropas italianas de Benito Mussolini, marcaría ya la «nobleza» de una trayectoria que iría confirmando con su pasividad con los asesinos etarras en los duros años de plomo; con esos chicos tan cercanos nacidos del odio de las entrañas nacionalistas fecundadas por el marxismo «liberador».

La heroica moral de tan glorioso partido fue acrisolándose con su criminal y cómplice silencio ante la expulsión de sus tierras de millares de vascos amenazados de muerte, y de cuyos forzados exilios se beneficiaron no pocos nacionalistas aprovechando tan «generosa» ocasión para adquirir sus propiedades a precios de saldo. Y en todo ello, reforzados por el aliento de la despreciable jerarquía y clerecía de la iglesia anticatólica vasca, tan comprensiva con sus hijos del tiro en la nuca y la bomba cobarde, negando los funerales a las víctimas y ensalzando a los asesinos.

«Heroica biografía» del PNV, pero desconocida para una mayoría significativa de españoles actuales; una ignorancia que es utilizada por los gerifaltes nacionalistas para comparecer con aires de superioridad moral frente al resto, y con motivo de la formación de un nuevo Gobierno en España sacar chulescamente un pecho siliconado de Rh negativo, proclamando que ellos no pueden apoyar al PP porque éstos cuentan con los votos de Vox, y el PNV tiene unas claras líneas rojas que implican estar contra el «fascismo de Vox».

Y es lógico, porque Vox alberga a Ortega Lara, a Santiago Abascal y a muchos otros que han sido testigos, víctimas y denunciantes continuos de la culpable comprensiva actitud del PNV con los criminales etarras, a diferencia de otros partidos que, pese a contar también con víctimas en sus filas, rápidamente lo han ido olvidando porque se trataba de negociar el poder a cualquier precio.

Que de todos estos tipos dependa el Gobierno de España es signo concluyente de la grave situación por la que atravesamos. Dios nos ampare.

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