Un nuevo Informe Pisa nos enfrenta a la penosa realidad que afecta a la enseñanza y formación de los niños y jóvenes españoles: consecuencia lógica de la devastadora siembra que los políticos llevan realizando durante años en nuestro sistema educativo.

Prácticamente desde las guarderías, les hemos estado bombardeando con una frívola fijación sobre el sexo, rechazando los valores cristianos y adoctrinándoles en la ideología de género; pero ahora nos escandalizamos por el elevado número de menores que acceden y se enganchan a páginas pornográficas, y lo que ello supondrá para sus futuras relaciones. De aquellos polvos, estos lodos.

En aras de un supuesto progresismo, fuimos marginando postulados básicos de la enseñanza que durante siglos demostraron su eficacia y funcionalidad premiando el mérito y el esfuerzo, la constancia del estudio, la ejercitación de la memoria…, para sustituirlos por un demagógico e injusto igualitarismo que nos ha situado entre los últimos de la fila en conocimientos y los primeros en fracaso escolar. Se cosecha lo que se siembra.

Abandonamos instrumentos de probada eficacia docente, como los dictados en clase y la lectura de obras clásicas, para deslumbrarnos por una enseñanza sometida a la icónica dictadura de las nuevas tecnologías; y ahora nos lamentamos de que nuestras Universidades estén pobladas de jóvenes que a duras penas logran expresarse oralmente o por escrito.

En definitiva: hemos despreciado el conocimiento que destilaban nuestros viejos refranes agrarios, y ahora nos toca recoger modernísimas tempestades.