Entre las reflexiones y medidas adoptadas en una cumbre vaticana que tuvo lugar en 2019, convocada por el papa Francisco para prevenir, gestionar y combatir los abusos de menores en la Iglesia, sorprendía la omisión del importante dato de que más del 80% de los menores abusados por clérigos (masculinos) fueron niños, y no niñas. Es decir, que en una abrumadora mayoría de casos, los abusadores lo hicieron con menores de su mismo sexo. Una circunstancia fundamental que fue obviada incluso en los debates que precedieron a la elaboración de las conclusiones finales de aquella cumbre vaticana, y que sirve para refutar a quienes proponen, como una posible solución de estos abusos, el matrimonio de los sacerdotes.

Esta llamativa pero fundamental omisión, se explica por el lógico efecto de la autocensura que se ha venido imponiendo sobre cualquier mención negativa respecto a la homosexualidad, incluyendo al Vaticano. Pero desde aquel 2019, complacientes actitudes y documentos expelidos por el propio Vaticano nos llevan a conjeturar que quizás no fuese la autocensura la única causante de tan extraña omisión, sino que la silente consideración sobre la homosexualidad de los abusadores pudiera también deberse a la existencia de muy influyentes clérigos de esta inclinación sexual en el actual Vaticano.

Una sospecha que avalarían las palabras del Papa Francisco en una reciente reunión privada con los obispos italianos, denunciando que ya había «mucha mariconería» en los seminarios. Palabras de las que tuvo que disculparse, confirmando el tabú que impera en este asunto.