La obsesión por la ucronía
No caigamos, por favor, en ucronías, ni con toda la buena intención posible. Y no las aceptemos cuando vengan impuestas por la insidia o por el rencor.
Publicado en la revista Lucero, de diciembre de 2023 (núm. 153). Editada por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Bien o muy bien está el interés por la historia y su estudio, objetivo y en profundidad. En consonancia con lo anterior, bien o muy bien está adentrarse en nuestra propia historia, tanto la personal y familiar como la política. Es excelente la tarea que están llevando a cabo en la actualidad veteranos falangistas para rescatar del olvido muchos datos históricos y, de paso, contrarrestar las mentiras que se vierten a diario sobre nosotros.
Así, es positivo que se estudien los momentos fundacionales, la gesta de la División Azul, la institución del Frente de Juventudes y sus organizaciones… Y, para qué seguir, nuestra propia y menuda historia como afiliados (verdadera intrahistoria, al decir de Unamuno): los campamentos a los que asistimos, los hogares en que estuvimos encuadrados, el recuerdo de tal o cual camarada…
Pero toda historia, por definición, pertenece al pasado y, como tal, es irrepetible. Se pueden sacar de la historia lecciones aprovechables, tanto en lo positivo como en lo negativo; habrá personajes que pueden ser auténticos referentes para nosotros y, especialmente, para los más jóvenes (a quienes se hurta ese recuerdo en las aulas actuales). Pero la historia fue y ya no es. Es absurdo plantearse siquiera la pregunta ¿Y si hubiera ocurrido esto y lo otro en lugar de lo que ocurrió?
A eso se llama ucronía, es decir especular con hechos del pasado; y el mayor problema es que esa manía oscurece el presente, lo enmascara entre planteamientos descabellados y cierra las puertas para diseñar futuros. Además de absurda, la ucronía es perjudicial, salvo que se trate de un mero divertimento, que suscita inútiles y artificiales polémicas.
Otra forma de ucronía es la que llamaríamos estrictamente política, esa que llevan a cabo hoy en día los personajes y personajillos del Sistema con todo aquello que precedió al mismo y se opone ideológicamente a los designios y maniobras actuales, estamos aludiendo, claro está, a las memorias históricas o democráticas, que incluso tienen carácter de ley. Se trata de falseamiento de hechos, ocultación de datos no convenientes, manipulación en suma, aprovechando la ignorancia de la mayor parte de la población; la estrategia es, como se puede adivinar, organizar el presente y dominar el futuro.
Un error de los ucrónicos, en el primer caso aludido, y de auténtica maldad, en el segundo, es no contemplar las circunstancias, el contexto histórico, sociológico y psicológico en que tuvieron lugar unos hechos del pasado; es decir, descontextualizarlos, y querer juzgarlos con la mentalidad actual.
No caigamos, por favor, en ucronías, ni con toda la buena intención posible. Y no las aceptemos cuando vengan impuestas por la insidia o por el rencor.