'La Colau', alcaldesa de Barcelona, tiene un baúl, como la Piquer. Bueno, un trastero.

• Un sitio donde guarda los trastos, los cachivaches, esas cosas que uno no sabe qué hacer con ellas pero de las que no sabe desprenderse por aquello del estar poseído de cierta nostalgia de tiempos pasados que no se atreve a eliminar definitivamente aunque estorben, o, ¡vaya usted a saber!, porque, simplemente, esté impregnado sin remedio del conocido ‘síndrome de Diógenes’.

Pues bien, el caso es que la alcaldesa Colau ha decidido montar este año un Belén con los objetos guardados en su baúl: palets, cajas de embalaje de madera o cartón, armarios desvencijados de Ikea, sillas cojitrancas, la sopera de la abuela…

• Claro es que la ‘cosa’, de Belén no tiene nada, como lo demuestra el hecho patente de que no ha sabido combinar las ‘figuras’: una Virgen que le debe estar hablando a la pared del cajón donde la han embutido, lo mismo que, cinco cajas más allá, el bueno de San José, o que en el sexto piso del engendro cajonístico o cajonero, el Niño Jesús se debe estar muriendo de frío porque la burra y el buey vahan al aire sin calentar a nadie en el nicho que se les ha asignado, cada uno en el suyo, y sin una mala brizna de heno que llevarse a la boca. ¡Pobrets! En fin, que la Colau ha montado un espectáculo pijoprogre con el único fin de ‘épater le bourgeois’.

El problema (para los sufridos barceloneses) no es que la Colau  haya montado su cutre y triste memez para su disfrute personal; por ejemplo, en el salón  de  su casa, donde hubiera quedado ‘estupefaciente’ -como dicen los chelis-, para las visitas, demostrando de paso lo ‘modelna’ que es, y su cualidad de mujer de rompe y rasga; o en su despacho del Ayuntamiento, para disfrutar de la vista con sus ‘comuns’, admirándose todos de los libertarios y libertinos que son.

• Allí, en el despacho, como lugar más reservado, hubieran podido poner en lo alto de la ‘cosa’ un cartel prometiendo ‘muerte al facha’, y celebrarlo todos dando vueltas y aullando de felicidad alrededor del totem.
• Pero no, ha tenido que ir a exhibir sus excrecencias en la plaza pública, que para eso es alcaldesa, con la idea de que si no puede acabar con el fascio (de momento, y no por ganas), al menos puede fastidiar a los fascistas, mediante una teatralización insuperable del cuento de ‘la piojosa’.
• Precisamente, la estilista del invento, la mandada de Colau y a la que la Colau ha soltado 97.000 pavos del ala por la ‘creatividad’ demostrada, dicen que se dedica a eso, a montar decorados teatrales; yo, por mi parte y por si acaso, me he conjurado a mí mismo a analizar con detenimiento, a partir de ahora, quién decora qué obra en los teatros barceloneses, por si me pilla la susodicha y tengo que salir huyendo del local después de haber pagado. ¡El euro es el euro!

En fin, como yo también soy un ser creativo aunque no soy de su cuerda (¡vade retro!), le propongo humildemente a la Colau que remate el invento de esta manera: antes de retirar el montaje pasadas las fiestas, y tras una convocatoria multitudinaria para congregar a la ciudadanía, que su directora de Comunicación, la ‘modelnísima’ y liberada Águeda Bañón, repita la performance que la hizo célebre entre la pijoprogresía mundial (no descarto que también entre el nutrido gremio de los vejetes rijosos, aunque sean carcas), y que se mee en la ‘cosa’ a la vista del respetable.

• Sería congruente con la intención manifiesta, aunque no declarada, de la Colau en relación con su Belén, y un apoteósico espectáculo. ‘Rien ne va plus’ de creatividad. Y de alcaldesa…