Heroísmo, el gran ausente

17/OCT.- Una vida sin heroísmo supone existir a cambio de no vivir.
Heroísmo, el gran ausente

Uno de los grandes dramas del hoy moribundo Occidente es su ausencia de heroísmo, quizás porque apenas hay en él algo digno de ser defendido. 

No tenemos un alma que salvar porque hemos concluido que no existe otro mundo fuera de éste, el cuál pasa por trabajar en empleos que normalmente detestamos para comprar cosas que la mayoría de las veces no necesitamos. 

No tenemos un Dios al que adorar fuera del "dios dinero". 

No tenemos un Señor ⎼depositario de unas virtudes dignas⎼ a quien servir, sólo nos servimos a nosotros mismos. 

No tenemos una Patria por la que luchar y, llegado el caso, morir; una Patria legado de nuestros padres y ancestros, reflejo de nuestra sangre y cultura: de hecho, ahora ya ni siquiera conocemos a nuestros vecinos. 

A duras penas nos mantenemos firmes entre las ruinas, porque el asfalto y el hormigón van poco a poco sepultando cualquier forma de belleza.

Podemos llegar a las estrellas pero ya no soñamos con ellas. Podemos curar enfermedades pero únicamente para aplazar el próximo e inmediato dolor. Podemos hablar con todo el mundo pero no comunicarnos casi con nadie. 

Y es que una vida sin heroísmo supone existir a cambio de no vivir.

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