Ni falso culto al pasado ni comedero.
1/DIC.- Cuántas veces hemos denostado la hipocresía derechista que se envolvía en la bandera y en los hechos gloriosos del pasado olvidando interesadamente que la Patria, que España, está presente aquí y ahora, en todos y cada uno de los españoles, con sus aspiraciones, sus trabajos y su arduo día a día.
Publicado en el número 18 de 'Somos', de diciembre de 2019.
* En la sección Pensamos que... (artículo de opinión a modo de editorial).
Editado por la asociación cultural Avance Social.
Ver portada de Somos en La Razón de la Proa.
Ni falso culto al pasado ni comedero.
Cuántas veces hemos denostado la hipocresía derechista que se envolvía en la bandera y en los hechos gloriosos del pasado olvidando interesadamente que la Patria, que España, está presente aquí y ahora, en todos y cada uno de los españoles, con sus aspiraciones, sus trabajos y su arduo día a día.
“La patriotería derechista que se complace, a fuerza de vulgaridad, en hacer repelente lo que ensalza”, la tenemos identificada desde hace mucho tiempo y la combatimos.
Pero tampoco dejamos de combatir “…la bazofia demagógica de las izquierdas, donde no hay manoseada estupidez que no se proclame como hallazgo…”.
Precisamente, una de las manoseadas estupideces manejadas, es que la patria es “la gente”, reduciendo exclusivamente al aquí y ahora, y a la cobertura de necesidades y ocurrencias más o menos justificadas de esa “gente”, la profunda seriedad del término. De esta forma, se proclama por la izquierda un estado que convierte en cliente al ciudadano mediante halagos, subvenciones y promesas incumplibles.
Tanto los que agitan “patrióticamente” la bandera, como quienes ofrecen gratis el paraíso en esta tierra convirtiendo la patria en un comedero, son las dos caras de la misma moneda: la negación de la libertad, la integridad y la dignidad de la persona para dominarla de forma más o menos anestésica.
Toda política social ha de dirigirse a facilitar que cada español tenga derecho a trabajar en su patria, por una justa remuneración que le permita una vida digna y le haga sentirse parte de una comunidad fuerte y libre a la cual aporta su esfuerzo y que le protege.
Que nadie olvide asumir con alegría responsabilidades que le impulsen a su superación moral y material como aportación a la empresa común. Ni zánganos ni convidados y, ojo que estos no sólo se dan entre los privilegiados económicamente.
Zánganos y convidados son también los “trabajadores” que se dan de baja por enfermedades fingidas, con el consiguiente gasto innecesario en medicación y atención facultativa, con el consiguiente perjuicio para la Seguridad Social y, en consecuencia, para quienes de verdad necesitan ser atendidos.
Para estos parásitos también justicia social en forma de “dura lex”. Que un empresario canalla explote sin escrúpulos a sus trabajadores, es execrable. Pero que un "trabajador" sabotee así lo que cuida y protege su salud, es un acto despreciable que sólo merece eso, desprecio.
España, por lo tanto, no puede ser una baldía añoranza de glorias lejanas ni un vulgar comedero, sino, como dice la 7ª Base ideológica de Avance Social:
“Concebimos a España como una nación única en la que cada ciudadano sienta la responsabilidad de ser español y la seguridad individual de ser parte de una comunidad que le protege”.
“No se puede renunciar a una seguridad social y servicios públicos mantenidos entre todos, con los que todos nos apoyemos recíprocamente y mediante los cuales a nadie se abandone ante la enfermedad, la incapacidad o el infortunio sobrevenido. España ha de ser, como forma inmediata de materialización de la conciencia colectiva de los españoles, una organización masiva de ayuda mutua”.
Por cierto, los párrafos entrecomillados relativos a “la patriotería derechista y a la bazofia demagógica de las izquierdas”, se han tomado de José Antonio Primo de Rivera.
En “Somos” siempre citamos la fuente.