OPINIÓN | ARGUMENTOS
Beréberes (la gaita) frente a germánicos (la lira).
Publicado en la revista Gaceta de la FJA de NOV/2021. Ver portada de la Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP.
Beréberes (la gaita) frente a germánicos (la lira).
No sé vosotros, amigos y camaradas, amables lectores; pero yo, y muchos de mi ya vieja generación, quedamos deslumbrados en nuestra infancia e ilusionada juventud, ya para siempre, por el discurso de la Comedia… «nada de un párrafo de gracias…» y por La gaita y la lira, donde descubrimos la complementariedad del sentimiento, de la razón del corazón, con la manera de amar de la razón.
¡Fue tan breve la vida política de José Antonio..! Porque La gaita y la lira es de enero de 1934, y Germanos contra bereberes de agosto de1936, ya en la cárcel de Alicante, ya cerca de la muerte. Ahora, con la serenidad que dan los decenios –ajenos y también los propios–, reconocemos, como permanente obsesión en la doctrina joseantoniana, la dualidad como principio, desde el principio, desde “la lira”; desde “derechas e izquierdas"; desde “la patria y la justicia”; desde “libertad y socialismo”; desde su constante actitud de crítica y elogio. Pero también que siempre hemos proclamado la ”evolución” del José Antonio del discurso fundacional, a los del cine Madrid; del elitismo que le daba su condición familiar, su espíritu castrense, al descubrimiento de la tragedia y pobreza del pueblo español, especialmente evidente tras su relación con Ramiro.
Muchos años después, en los primeros setenta, mi llorado y admirado Manuel Cantarero del Castillo planteó brillantemente en su Falange y socialismo y en sus escritos, su atrayente teoría de la Tesis frente a la antítesis, concluyendo en la síntesis armónica; fusión de ambas posturas antagónicas.
Y en el ámbito filosófico surge, abrumador, la controvertida figura del filósofo y médico Eduardo Adsuara, que sublima tanto la Gaita y la lira de José Antonio como la Tesis, antítesis y síntesis de Cantarero, planteando desde la remota antigüedad la presencia en nuestro suelo de dos contrapuestas actitudes culturales: la oriental, ensimismada, individual, oscura, del sentimiento (pathos define Adsuara), representada por los judíos, los cartagineses y los árabes; y la occidental, social, recta y racional (logos) representada por los griegos, romanos y visigodos…)
Y llega José Antonio, 35 años antes que Cantarero y 60 antes que Adsuara, a punto de ser asesinado legalmente en Alicante, y escribe Germanos contra bereberes, breve texto escrito en la penumbra de su celda alicantina, que ha estado semioculto durante decenios, y que compromete la general creencia de un José Antonio postrero ajeno a la élite cultural… y racial.
Mientras Cantarero y Adsuara se inclinan hacía la síntesis del pathos con el logos; de individuo y socio; de derechas e izquierdas; de liberalismo y socialismo, el último José Antonio reencuentra los orígenes de España, y elige entre tesis y antítesis, entre germánicos y bereberes, decantándose decididamente por el origen y la esencia visigoda, dirigente, elitista. Y es que él no puede renunciar a su condición germánica, culta, exigente, cristiana.
Y en esta época nuestra de globalismos, de extrema tolerancia y adormecimiento de los valores irrenunciables, estamos obligados a convivir (no se conforman con coexistir) con los que han producido –y producen– más de un millón de no nacidos asesinados; con los que obligan a declarar su objeción para no matar con la ley de eutanasia, a los médicos nacidos y formados para curar, mejorar o aliviar. Y estamos obligados a defender que la Constitución vigente –pese a sus deficiencias– se fundamenta en la indisoluble unidad de España. Una España profunda y orgullosamente mestiza, excelsa virtud que supimos trasladar a “las Españas” de Hispanoamérica e Hispanoasia, que incluyen los ocho siglos de presencia árabe, bereber.
Con el José Antonio postrero, asumiendo toda la Historia, reclamamos la prevalencia del espíritu cristiano, godo, europeo, como objetivo social preeminente. Solo comprendiendo –para otros– la enigmática «Amamos a España porque que no nos gusta» se podrá captar lo que José Antonio y su –nuestra- Falange aspira.