ARTÍCULOS HISTÓRICOS RECUPERADOS
'Escorial', la cultura al servicio del Nuevo Estado
'Escorial' no es una revista de propaganda, sino honrada y sinceramente una revista profesional de cultura y letras.
Editorial del número 1 de la revista Escorial, de 1 de noviembre de 1940. Transcripción facilitada por Francisco Matamala para La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.
Ambicioso es el empeño y grave la obligación.
Sobre la revista Escorial (ver abajo).
Editorial
Ante todo, hemos de declarar con sinceridad que nacemos con la voluntad de ofrecer a la Revolución española y a su misión en el mundo un arma y un vehículo más, sea modesto o valioso. Pero de esta nuestra filiación nacen todas las garantías que podemos ofrecer, tanto a la comunidad intelectual y literaria, con quien contamos para el trabajo, como a la totalidad de la comunidad española e hispánica a quien se lo dedicamos. Porque ciertamente, el primer objetivo —el objetivo sumo— de nuestra Revolución es rehacer la comunidad española, realizar la unidad de la patria y poner a esa unidad —de modo trascendente— al servicio de un destino universal y propio, afrontando y resolviendo para ello los problemas que, en orden al hombre, a la sociedad, al Estado y al universo nos plantea el tiempo de nuestra historia más propia: el tiempo presente. Ahora bien: tan ambicioso propósito veda a nuestra Revolución y al Movimiento que la conduce y encarna partir de una posición lateral y partidista en ninguno de los planos en los que esa Revolución ha de cumplirse. La consigna del antipartidismo, o sea la de la integración de los valores, la de la unidad viva, es la primera consigna falangista.
Atenidos a ella en lo que nos afecta, en nuestro campo y propósito, creemos partir con unas garantías de mejor andadura que cualquiera de los movimientos o grupos intelectuales de España desde hace cincuenta años, porque necesariamente en medio de la disgregación nacional, también el servicio de la cultura hubo de hacerse servicio de partido con todas las consecuencias de lateralidad, limitación y deformación consiguientes. Nosotros, en cambio, convocamos aquí, bajo la norma segura y generosa de la nueva generación, a todos los valores españoles que no hayan dimitido por entero de tal condición, hayan servido en este o en el otro grupo —no decimos, claro está, hayan servido o no de auxiliadores del crimen— y tengan este u otro residuo íntimo de intención. Los llamamos así a todos porque a la hora de restablecerse una comunidad no nos parece posible que se restablezca con equívocos y despropósitos; y si nosotros queremos contribuir al restablecimiento de una comunidad intelectual, llamamos a todos los intelectuales y escritores en función de tales y para que ejerzan lo mejor que puedan su oficio, no para que tomen el mando del país ni tracen su camino en el orden de los sucesos diarios y de las empresas concretas.
En este sentido, esta —Escorial— no es una revista de propaganda, sino honrada y sinceramente una revista profesional de cultura y letras. No pensamos solicitar de nadie que venga a hacer aquí apologías líricas del régimen o justificaciones del mismo. El régimen bien justificado está por la sangre, y a las gentes de pensamiento y letras lo que les pedimos y exigimos es que vengan a llenarlo —es decir, a llenar la vida española— de su afán espiritual, de su trabajo y de su inteligencia. Claro es que no vamos a eludir —bien al contrario— los temas directamente políticos, porque ¿cómo van ellos a quedar fuera del ámbito de la cultura si fenómenos de cultura son al fin y al cabo? Pero esto no rompe —sino al contrario— propósito de no exigir a cada uno sino el puro ejercicio de su oficio y la pura ofrenda de su saber. En cierta manera —en cambio— sí es ésta una revista de propaganda. Podríamos decir en la alta manera, ya que no hay propaganda mejor que la de las obras, y obras de España —propaganda de España— serán las del espíritu y la inteligencia para los que abrimos estas páginas.
Queden, pues, en claro nuestros objetivos. Primero: congregar en esta residencia a los pensadores, investigadores, poetas y eruditos de España: a los hombres que trabajan para el espíritu. Segundo: ponerlos —más ampliamente que pudieran hacerlo en publicaciones específicas, académicas y universitarias— en comunicación con su propio pueblo y con los pueblos anchísimos de la España universal y del mundo que quieran reparar en nosotros. Tercero: ser un arma más en el propósito unificador y potenciador de la Revolución y empujar en la parte que nos sea dado a la obra cultural española hacia una intención única, larga y trascendente, por el camino de su enraizamiento, de su extensión y dé su andadura cohonestada, corporativa y fiel. Y, por último, traer al ámbito nacional —porque en una sola cultura universal creemos— los aires del mundo tan escasamente respirados por los pulmones españoles, y respirados sobre todo a través de filtros tan aprovechados, parciales y poco escrupulosos. Para la empresa —ya se irá viendo en nuestras páginas— todos están invitados, todos los qué se atrevan a sentir esta España una y trascendente, perseguidora de un destino universal. Y entre todos contamos con nuestro propio pueblo y con los fraternos o filiales que han de entender, en este caso como en todos los aspectos, la rabiosa y sincera sed de nuestra Falange.
Para tal empresa hemos querido usar una alta invocación, porque las cosas son un nombre y por él se conocen y se obligan. Escorial, porque esta es la suprema forma creada por el hombre español como testimonio de su grandeza y explicación de su sentido. El Escorial, que es —no huyamos del tópico— religioso de oficio y militar de estructura: sereno, firme, armónico, sin cosa superflua, como un Estado de piedra. Magno equilibrio del tiempo: ni sólo panteón, ni sólo residencia, ni sólo disparada y alta porfía; sino equilibrio y suma de todo ello: edificado sobre los muertos cómo señal de estar legítimamente enraizado en lo propio y servido por la substancia de lo ejemplarmente pasado; pero entero, vivo, practicable para el uso del tiempo y extremado de altura, escudriñante y ambicioso como quien, comenzando en la memoria, no vive sino para la esperanza. Así era el ayer cuando no había sangre en España que lo supiera merecer, y así hoy cuando vuelve a hacerse norma y ejemplo de una voluntad colectiva. Nosotros lo hemos ganado y —por decirlo así— reedificado, comenzando por reedificar sus cimientos con guardar en ellos el polvo de nuestro inmediato origen, nuestra más reciente y viva tradición, el escandaloso y exigente testimonio de la. sangre joven, el cuerpo de nuestro José Antonio, cuyo espíritu encontrará tan cómoda, tan a la medida, para el éxtasis y el vuelo, aquella arquitectura ordenada y ejemplar. Por fidelidad y amor a la vieja y nueva historia usamos de este nombre —ya transmutado míticamente— para nombrar nuestra obra.
Ambicioso es el empeño y grave la obligación, Dios nos ayude en ellos y ¡Arriba España!
- Fue fundada en 1940 tras abandonar Dionisio Ridruejo su cargo al frente de la Dirección de Propaganda. Junto a Ridruejo, director de la revista, estarían Laín Entralgo como subdirector, y Luis Rosales y Antonio Marichalar como secretarios, y la colaboración de Leopoldo Panero. Para Ridruejo Escorial nos es una revista de propagando del régimen sino una revista profesional de cultura y letras.
- En su primer número aparecen las firmas de Eugenio Montes, Ramón Menéndez Pidal, Adriano del Valle, Luis Felipe Vivanco, Laín Entralgo, Luis Rosales y un extenso artículo dedicado a Antonio Machado escrito por el propio Dionisio Ridruejo, El poeta rescatado.
- Se criticó desde sus páginas la actitud intransigente de los conversos al nuevo régimen y consiguió la creación de un nuevo diálogo cultural, que fue crítico en algunos momentos con el régimen franquista, dentro del humanismo cristiano tradicional, clasicista y un tanto orteguiano.
- La revista publicaría 75 números y se sucederían en la dirección de la misma Dionisio Ridruejo (hasta octubre de 1942), Laín Entralgo y José María Alfaro, hasta 1950, fecha de su desaparición, después de un periodo de silencio entre 1947 y 1949