Ese punto de la Promesa…

Suele ocurrirnos que, al repasar los puntos de nuestra Promesa, el que trata de la justicia lo reducimos a la justicia social, cuando existen diversos tipos de justicia (conmutativa, distributiva, legal…). Todas tienen en común la definición esencial: Constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le pertenece. La justicia afecta, además, a lo personal y a lo colectivo, y adivinamos que ese entendimiento total era la intención de los redactores de este punto.

A continuación, esbozamos algunos de los casos en que la justicia, como valor y como virtud, puede quedar en entredicho, y hacemos la distinción entre los casos en que nos afecta a nosotros mismos y a la sociedad en la que estamos inmersos.

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Nos afecta a nosotros mismos, en fragante injusticia:

• Cuando la pereza nos impulsa a no asistir a una actividad con nuestros camaradas.
• Cuando el miedo al qué dirán ahoga antes de nacer nuestras palabras.
• Cuando un olvido intencionado de nuestros valores hace tomar otros derroteros en la vida.
• Cuando lo superficial y anecdótico interrumpe nuestra reflexión y nuestro estudio.
• Cuando se prefiere la vulgaridad a la distinción.
• Cuando zaherimos a un camarada por sus errores o defectos, y olvidamos los propios.
• Cuando se cede a la vehemencia de la masa y nos olvidamos de que debemos ser minoría.

Afecta a nuestra colectividad y, por tanto, a cada uno de sus miembros:

• Cuando el interés de partido o de secta prevalece sobre el bien común.
• Cuando el egoísmo de una parte de la sociedad se pone por encima del todo.
• Cuando el lucro de unos pocos sacrifica las necesidades de muchos.
• Cuando la moda en el pensamiento suprime el sentido común.
• Cuando la especulación predomina sobre la producción.
• Cuando el nombre de España desaparece del lenguaje de los políticos.
• Cuando la unidad de esa España pasa a segundo término y se negocia con ella.

¡Vaya si nos implica, como personas y como españoles, este punto de nuestra Promesa!