Si se repasan aquellos magistrales artículos de Julián Marías se observará que no marró ni en sus argumentos ni en sus predicciones: «La Constitución tiene que ser inequívoca».
La calificación de derecha y ultraderecha es enriquecida, sin pudor alguno, por los adalides de la izquierda-extrema izquierda, con el sambenito de fascistas, nazis, franquistas...
Sánchez ya se ha cargado el futuro del PSOE y hace lo posible por acabar, lenta pero persistentemente, con nuestra democracia de ciudadanos libres e iguales.
Un servidor va algo más allá, por supuesto, y se plantea a diario aspectos tan importantes como dónde situar las auténticas raíces europeas, las que corresponden a sus verdadera esencia y pueden sustentar una futura unidad, más allá de la economía y del vasallaje a los EE.UU.
Begoña Gómez parece una mujer con mando en plaza, capaz de asistir a un mitin en medio de una tormenta mediática y jurídica sólo para que la jaleen junto a su marido como satisfacción por tantos disgustos.
En esta mediocridad política manifiesta, unida a uso y abuso de la demagogia, está el origen de la ignorancia presente en una cierta parte de los ciudadanos.